De ello os he venido hablando estos días, de la enorme capacidad de ensoñación de sus obras. Sus serigrafías sintetizan perfectamente ese anhelo, la construcción de un paisaje imaginario en el que el el tapiz resume lo natural y el artificio, enmarcado en un espacio a un tiempo abierto y cerrado, cálido, un lugar donde permanecer.
Si os fijáis en la obra con la que abro el comentario percibiréis la sombra de la reja de una ventana vecina sobre la superficie de la seda. Me ha entusiasmado el efecto. Y me encanta la doble condición de escultura y dibujo de estas obras, su misterio, su poética.
Hay algo mágico en estas serigrafías, una invitación a transitarlas, a atravesar el espejo e instalarte en estos espacios. Su capacidad de sugestión me fascina. Si tenéis ocasión, no os perdáis esta muestra. Dejaros llevar. Da alas a la imaginación.
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