!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

lunes, 25 de marzo de 2013

Palacio da Regaleira

Ayer os hablaba de los jardines de este palacio, un lugar mágico y exuberante, adquirido en 1840 por la baronesa de Regaleira que la transforma en un galante refugio estival, con palacete, capilla y jardín. A ella debe su nombre. En 1893 la adquiere António de Carvlho Monteiro, quien le otorga su aspecto actal, un palacete de estilo neogótico francés.















Muy cerca del palacio manda construir una capilla de estilo neomanuelino, cuyo tema central es el ciclo mariano y de Cristo, aludiendo a la Orden de Cristo, heredera de los templarios. En mi entrada anterior ya os hablé de los simbolismos de esta Quinta, y de la afición de su propietario por la masonería y los rituales alquímicos.















El día que visito da Regaleira no se puede acceder a los pisos superiores, de manera que no puedo mostraros más que la primera planta. Las habitaciones están prácticamente vacías, pero podéis haceros una idea de su decoración original a través de las fotografías en blanco y negro. A la derecha, la entrada, y a la izquierda la Sala de caza o comedor tal como eran. Bajo estas líneas os muestro detalles de esta sala.


























Domina el comedor una preciosa chimenea rematada por una escultura representando al montero. Sobre cada ventana podéis ver motivos de caza, realizados en cantería.






















Esta es la antigua sala de estar, cuyos motivos decorativos hacen referencia al Renacimiento italiano. Su iconografía celebra la unión del propietario Carvalho Monteiro, con su esposa Perpetua Augusta. Observando las fotografías antiguas me resulta fácil llenar la sala de vida, imaginar a sus propietarios en sus actividades cotidianas, recibiendo a sus invitados o dedicados a sus aficiones. Y no puedo evitar que, en mi imaginación, el aire esté cargado de  magia.















Antigua sala de billar, también llamada Sala de los Reyes, porque en ella están representados veinte reyes y cuatro reinas de la monarquía portuguesa, y los escudos de Coimbra, Braga, Oporto y Lisboa. Al piso superior se accedía por una imponente escalera de madera que hoy existe solo en fotografías.















Las terrazas se abren al jardín. Las vistas son preciosas. Con ellas y con otra espléndida entrada a la finca, camino del Palacio de Seteais, que os mostraré otro día, os dejo.












Más entradas sobre Sintra.

3 comentarios:

  1. Lo malo de poseer tanta belleza es que hace más dolorosa la partida. Sentir la nostalgia de lo que vives en presente, anticipando la que sabes que te ha de embargar en el futuro...,en este caso, si existiese conciencia tras la muerte. En eso consiste -dicen- la saudade portuguesa.
    Carvalho Monteiro -viendo esta mansión esplendorosa- debió de verse aquejado de esta saudade... Pero vete tú a saber si la costumbre no le embotó el gusto y era un tipo insatisfecho y malhumorado. Y que tú, Sol, hayas disfrutado más tomando un café en el Nicola del Rossío (que es un interesante café que he frecuentado). O cuando gozabas de la visita. O ahora que nos lo cuentas.
    Con mi afecto, Sol.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La nostalgia es mi reino, Federico, entiendo demasiado bien a lo que te refieres. Es la sensación de pérdida constante, la certidumbre del paso del tiempo, y ese afán por eternizar cada instante. y comenzar a añorarlo mientras lo estás viviendo.
      Un abrazo, Federico

      Eliminar
    2. Esa sensación de añorar las cosas mientras las estas viviendo la he sufrido y sufro desde hace mucho y creo que mi afición por la fotografia viene de esa necesidad de, como tu dices, eternizar cada instante. En cuanto al palacio que nos ocupa, coincido contigo en que la verdadera joya esta en el exterior. El interior resulta recargado, aunque no me importaria perderme por sus estancias. Besos, Sol.

      Eliminar