Me ha impresionado su obra, no tanto por los personajes que retrata cuanto por lo que de su visión del mundo traslucen. La mirada de Diane Arbus es, a mi juicio, una mirada desesperada. La imagen con la que abro el comentario me resulta brutal. No puedo evitar retrotraerme a los aquelarres de Goya, a los carnavales de Gutiérrez Solana o Evaristo Valle.
No hay alegría en su obra, ni esperanza, ni siquiera belleza. Todas las imágenes resultan inquietantes, de algún modo amenazadoras. Algo está siempre a punto de romperse. Estas dos gemelas parecen dos cadáveres surgidos de un cuento de fantasmas. O la familia que retrata a la izquierda: nada más lejos de la felicidad que estos cuatro personajes que parecen increpar al espectador.
Incluso cuando la violencia no es evidente (terribles las dos fotografías sobre estas líneas) como en el caso de los dos retratos con los que cierro, hay algo desasosegante en ellas: esa manera directa de mirar a la cámara, una desnudez que te invita a apartar la vista. Diane Arbus se suicidó en 1971, después de una larga depresión.
Crónica terrible de un país horrible: no lo salva ni la ubérrima dulzura de la adusta Mae West.
ResponderEliminarImpresiona, verdad? Pero yo no creo que sea la crónica de un país horrible. Todos tienen luces y sombras. Es la mirada de la fotógrafa la que construye una realidad terrible, la que vivía en su interior, me temo. Un beso, Federico
EliminarSi, Dulcesol (me ha salido el nombre de una marca de "madalenas"; pido perdón: además no eres dulce); sí, luces y sombras... , pero la sombra de Abu Ghraib me produce sarpullido. Delicada la epidermis de este finito de cutis, anchito de hombros.
ResponderEliminarHará cosa de dos años se sentaba servidor en una silla eléctrica genuina. Sí, en una de las que achicharraron a los primeros reos de aquella democracia ejemplar. Pertenecía la pieza a la colección privada de Andy Warhol y se exponía en una muestra de serigrafías de la warjoliana The Factory. En este muladar hispano era la expo, sí. Y, en un descuido del celador, que me arrimo y que me siento en el escaño metálico. Tuve la sensación de hacerlo en uno de aquellos sillones de peluquería de mi infancia. Frío, rigor y hierro, el malsentir cabalga.
Y tras aquella fugaz impresión, todo aquel horror presentido, latente, fosilizado en el armazón de tortura; fue una iluminación más destellante que mil soles, que la descarga en las sienes de dos mil voltios ajusticieros (sic). Mi olfato exacerbado creyó detectar la chamusquina de un pellejo nacido para curtirse en un villoriro de Costa de Marfil, pero que la perra suerte hizo se requemara en Alabama. Sí, olía a cuero negro requemado.
¿Qué me decía usted de las luces de Times Square, Miss Sol? ¿Que está divina la plaza estas Chirstmas? Faltaría más...
Salud, Miss Sol. Y que la pau sea with you.
Querido, lo cortés no quita lo valiente. Más besos
EliminarSu obra refleja e inspira, natural, en un mundo que parece ha olvidado lo más esencial.
ResponderEliminarLa pregunta creo es ¿cómo llegó a ella?
¿Has visto la película que hicieron sobre ella, Sol?.. Te dejo enlace por si acaso. Está bastante bien reflejado su...digamos que trayectoria.
http://www.filmaffinity.com/es/film474655.html
No conocía la película, Sofía, no sabes cuánto te agradezco que nos la traigas. La veré, y te comento. Un beso
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