Curiosamente, suelo asistir a los oficios religiosos con mucha más asiduidad cuando estoy fuera de España. Entonces disfruto de la parafernalia y de la belleza del rito con mayor libertad; no entender el idioma me permite un distanciamiento confortable y, si como suele ser habitual en el norte de Europa, puedo escuchar el órgano y unas voces educadas, mi disfrute está garantizado. Así lo viví el domingo.
Y me sorprendió muy gratamente lo afinadas que sonaron las voces de los feligreses al unirse a las del coro, nada que ver con los horripilantes gorgoritos que se escuchan en nuestras iglesias.
Os muestro algunos detalles del interior de la Catedral. Arriba, el sepulcro de los emperadores Enrique II y Cunegunda, fundadores del obispado de Bamberg. Sobre estas líneas, el del Papa Clemente II, muerto en 1047, el único sepulcro de un Papa fuera de Italia. Y, a la derecha, el símbolo de la ciudad, el llamado "Caballero de Bamberg", adosado a la parte superior de un pilar. Esta escultura, realizada a principios del siglo XIII, simboliza el ideal de caballero alemán. Resulta muy llamativa.
Me gustó especialmente la Puerta de Adán (Adamspforte), por donde salían los pecadores que eran expulsados de la iglesia, como Adán lo fue del Paraíso. Preciosas las esculturas que la adornar, en especial las de Adán y Eva, aunque me informan de que las originales se encuentran en el Museo Diocesano. Abajo, la Puerta del Perdón.
Buen momento para escuchar la Misa en Si bemol de Bach, interpretada por el Coro Monteverdi y los English Baroque Soloist, dirigida por Sir Eliot Gardiner.
Algo así viví yo en Santa Maria Trastevere. Era una misa en rito bizantino, en una iglesia bizantina, yo entonces un extraño devoto bizan-tino.
ResponderEliminarTengo la impresión de que ya lo conté en esta casa (son tantas las cosas que uno cuenta a lo largo de un año...). No sé..., pero fue una experiencia religiosa, una fusión latina, un vivir una película tal que "La grande bellezza, aquella que no he logrado apartar de mi pensamiento desde que la vi. Tres veces en el día, por lo menos, me brota Jep Gambardella -servidor-, ella Carmen de Merimé). Lacio. Imperio. Cosa Nostra.
A veces surge un momento mágico. Recuerdo el canto del muecín una noche, yo en un jardín de Rabat. Era verano, olía a jazmín y a calor. En otra ocasión, fueron las campanas de Jerusalén, al atardecer. En fin... Un beso, querido
EliminarMe gustaría que hubieses escuchado a los chamánes en las altiplaníces del Nazca y en el Machu Pichu, o bien escuchar el sonido del silencio en el desierto de Atacama. No hay muros, arcos fajones ni bóvedas de cañón o cruceria, solo la bóveda celeste infinita en aquellos parajes.
ResponderEliminarSí, ojalá pueda algún día. Y cuanto me alegro de que lo hayas disfrutado tú. Un beso, cielo
Eliminar