He descubierto la obra de Alain Laboile recientemente, gracias a una amiga fotógrafa, y me ha gustado mucho. Me recuerda a la de una fotógrafa norteamericana que descubrí hace años y que alguna vez traje a Mi casa,
Sally Mann. Coger la cámara y captar a tus hijos en su vida cotidiana, fuente inagotable de momentos mágicos, de imágenes de indudable plasticidad parece tarea fácil, pero conseguir trascender esos momentos y crear algo intemporal, está reservado a muy pocos.
Alain Laboile cría a sus seis hijos en el campo, en pleno contacto con la naturaleza, una vida espontánea y libre que les permite disfrutar de su infancia más plenamente que a nuestros niños urbanos. Laboile pretende realizar un homenaje a esos años de descubrimiento y aventura.
Él considera que su trabajo es comparable al de un etnólogo. Al margen de su belleza, a mi me producen una enorme ternura.
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