Es difícil que las imágenes puedan daros una idea exacta de este lugar. Nos adentramos por una serie de pasadizos que se abren finalmente a dos pisos unidos por rampas. Pequeños ventanucos (seguro que tienen un nombre específico, que ignoro) donde asoman las bocas de los cañones. Un primer semicírculo de gruesos muros se comunica con otro algo mayor. Estamos solos, rodeados de silencio, y este lugar hace volar la imaginación. Volvemos a un dédalo de pasadizos y puentes que nos hacen desorientarnos, pero por fin alcanzamos la puerta exterior, el último puente y la última muralla.
La luz del atardecer. Un lugar mágico.
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