Desconozco si la Segunda Sinfonía de Rachmaninoff es la mejor composición del maestro ruso, pero si no lo es no le va muy a la zaga. A mi me entusiasma. La compuso en Dresde, donde en 1907 alquiló una casa de dos pisos llamada Villa Jardín. Por aquel entonces ya había cosechado grandes éxitos como pianista y alcanzado la notoriedad con su Segundo Concierto de piano.
La Orquesta Filarmónica de Londres centró su visita al Auditorio de Madrid en el compositor ruso, y nos ofreció una tarde emocionante. Comenzó con el Concierto nº 3 en re menor, con Simon Trpceski al piano. Las crónicas hablan del escaso éxito que esta pieza obtuvo cuando se estrenó con la Orquesta Sinfónica de Nueva York en 1909, con el propio Rachmaninoff como solista, aunque dicen las crónicas que el compositor no había disfrutado de suficiente tiempo para ensayarla y eso actuó en detrimento de su ejecución. Un año después pudo desquitarse al volver a interpretarla, esta vez con la Filarmónica de Nueva York dirigida por Gustav Mahler, que sí fue capaz de extraer de ella su apabullante belleza.
Fue un concierto gozoso. Os dejo con el Adagio, interpretado por la Sinfónica de Londres, dirigida por Gennadi Rozhdestvensky.
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