La Venus de las pieles transcurre en el escenario de un teatro donde un director (Mathieu Almaric, físicamente muy parecido al Polanski joven) y una actriz (Emmanuelle Seigner, la mujer de Polanski, que borda su papel pero con la que tengo que hacer verdaderos esfuerzos para vencer el rechazo físico que me produce), ensayan la adaptación de la obra de David Ives, basada en la novela homónima de Leopold von Sacher-Masoch (de su apellido se deriva el término "masoquismo"). Rodar en lugares cerrados no tiene secretos para él, como ha demostrado en infinidad de ocasiones. Y sobre las tablas vemos como Seigner va cercando a Almaric en un proceso de seducción/dominación apasionante (sado/maso: papeles intercambiables). Polanski derrocha pulso narrativo, inteligencia e ingenio, en un juego de espejos que se mueve entre la realidad y la ficción.
Os dejo con el trailer:
El trailer no subió, pero siendo Polanski no necesito mas, me encanta. Un beso grande.
ResponderEliminarYa cambié el trailer, aunque no lo encontré en versión original. Sé que te encantará la película, David: no te la pierdas. Muchos besos
EliminarDecididamente nunca voy a vivir en los USA. No sé, creo que en ese país de winners y de losers me iba a sentir amenazado constantemente por algo que tiene que ver con la avidez por el dinero de ese pueblo tan ejemplar y civilizado: te montan una encerrona y terminas en la silla eléctrica..., si no tienes unos abogados solventes pero carísimos, como los que tendrá Polanski, supongo. Viene esto a cuento porque Roman Polanski, desde que lo acusaron en 1988 de violar a la menor Samantha Geimmer -cosa que de momento no cuestiono-, ha sido acusado reiteradamente de abusos sexuales diversos (Edith Fogelhut, cuando tenía 21 años, y estos días Charlotte Lewis, a los 16). Ignoro si ha habido más acusaciones, pero no me extrañaría nada que las hubiese. Todas estas presuntas víctimas del rijoso pequeñarras judío tienen (por lo menos) un común denominador: mercantilizan y exprimen su desgracia hasta extremos nauseabundos, paseándola por platós y redacciones, supongo que a tanto la "confesión". La última, Charlotte Lewis, nos amenaza con una "libro" que creo que ya ha salido donde cuenta con detalle la escabrosa historia. Toda esta miseria sería más creíble si no mediaran décadas entre la comisión del delito y la publicación chacinera del mismo. Da grima.
ResponderEliminarPara mayor inri, los estupros de Samantha y de Edith se cometieron en casa de Jack Nicholson, uno de los mejores actores vivos en mi opinión (este Jack siempre fue un calavera).
Ahora es Woody Allen quien se ve en la misma tesitura: le acusan de abusar de su hijastra... ¿Nos lo creemos? ¿Es gente creíble la que acusa¿ ¿El afán por la pasta no tendrá nada que ver en todo ello?
Qué asco de país, qué sociedad tan embrutecida, qué codicia por el dollar... La abuelita les cuenta un cuento a los nietos y corren a la editorial a vender la primicia. Y a la abuela ni un centavo por derechos de autor. País.
Pues no sé qué decirte, querido. En el caso de Polanski parece que la violación está probada, no así los abusos de Allen. Pero prefiero no pensarlo. Que eventualmente puedan ser unos personajes nefandos no quita que sean unos artistas excepcionales, como tantos en la historia han sido. Y el mismo razonamiento creo que sirve para Estados Unidos: que encarne algunas de las cosas que más aborrezco no quita para que sea un país maravilloso. En todas partes cuecen habas, no crees? Un montón de besos
EliminarNo, no creo: Estados Unidos está lejos de ser un país maravilloso: quien se comporta como un malvado fuera de casa no puede ser un buen padre de familia. Así de fácil.
ResponderEliminarBeso, pero con reservas.
Jajajaja, eres total. Pues yo te los mando sin reserva ninguna. Y acuérdate de que existe el gris.
EliminarSí, no me olvido: los grises ya afilan sus porras... Y todo porque tus admirados yankis apuntalaron por cuarenta años al felón galaico y además avalaron esta farsa que nos tocó por otros treinta y pico años. No olvides que la CIA y Cia. nos tutela y que no se mueve una paja en esta Gomorra sin que ellos metan la sucia pezuña.
ResponderEliminarUna nación que lleva a la silla eléctrica a alguien que lleva más de veinte años en prisión es un lugar odioso del que hemos de huir los que tenemos corazón de paloma mensajera. De la paz.