España busca héroes y los héroes no existen. Siempre son un
malentendido. Cuando los mirones arracimados frente a los juzgados de Palma de
Mallorca en los que se recibía a la infanta imputada aclamaban al juez Castro,
confundían a una persona normal con un héroe. La salvación de las instituciones
reside en las personas que las sostienen. Un señor aplicado a hacer su trabajo
se ha convertido en una rareza. Así de mal nos vemos a nosotros mismos como
país. De ahí el aplauso, que surge de una carencia. También la institución
judicial está en entredicho si un profesional tiene que oír cuando acude al
trabajo expresiones admirativas como esa de "ya solo nos quedas tú".
Los cientos de miles que salieron a aclamar a los novios en
la boda de la infanta en Barcelona, algunos años atrás, también confundían
folclore con admiración. Buscaban héroes de foto, ideales de perfección, y se
encontraron otra cosa. A lo mejor hasta se encontraron a ellos mismos, con su
declaración de renta fraudulenta amparada en que todos lo hacen, ¿no? El error
puede que estuviera en aquella búsqueda, incapaces de apreciar a la gente
normal, a ellos mismos, a la portera de su edificio que criaba a dos hijos con
un sueldo ridículo, a la china del colmado que aprendía el castellano con cada
frase de un cliente. Serviría de más ayuda pararse a reflexionar sobre esta
deriva catastrófica del país, vengativa a ratos, pero justificadora cuando
conviene, exactamente la misma que se ejemplifica en cada elección donde un
político envuelto en escándalos de corrupción mejora su resultado en las
votaciones.
Un país que espera a la lotería para fundamentar su
entusiasmo señala hacia el camino más corto y menos costoso para lograr sus
sueños. Obsesionados como andamos por el éxito y el triunfo, nos importan bastante
poco las maneras y el proceso para alcanzarlo, siempre que no te pillen. Los
medios tienen una curiosa responsabilidad, porque no saben retratar la
normalidad. Tienden a la exageración para bien y para mal. Al eterno recurso
del héroe y del villano. Y no, está todo mucho más cerca, al alcance de la
mano, en decisiones y actitudes nuestras tan sencillas como repetidas mil veces
a lo largo de un día.
David Trueba, diario El País, 10 de febrero de 2014
De acuerdo en casi todo, excepto en lo de la lotería. Si el españolito medio se ilusiona con la loteria es por que sabe que todo el sistema está pensado para que no logre nada de otro modo. A menos que sea un delincuente de guante blanco. ¿Que hay gente a la que le sale?, Sí, también hay gente a la que le toca la lotería y más o menos con las mismas posibilidades.
ResponderEliminarUna entrada magnífica y sobria, lo que dado el tema es muy difícil de lograr.
Hay que resistir, Joaquín. Y empujar. Un abrazo muy fuerte
EliminarSí, este país está quedando como un erial... Pero no solo por culpa del gobierno pepero, no: esto ya viene de lejos, casi desde que se enfriaron los primeros entusiasmos por el panorama que parecía abrirse tras la muerte del dictador.
ResponderEliminarCoincido con Trueba: si el pueblo no estuviese tan postrado moral y éticamente; si no se hubiese envilecido..., este estado de cosas indigno no se hubiese sostenido. Imposible.
Aprovecho para hacer proselitismo a favor de PODEMOS, una iniciativa cívico-política que comandan -como mascarones de proa- los profesores Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. He asistido a su presentación en mi ciudad y en algunos actos semejantes en otros sitios. Confieso que me gusta la iniciativa. Y os agradecería que le dedicarais unos minutos de vuestra atención: están en juego muchas cosas.
Este país está muy necesitado de iniciativas ciudadanas de este tipo. Gracias Federico, como siempre. Un abrazo enorme
EliminarCual es la tesis del texto?
ResponderEliminarMás iniciativa ciudadana, mayor corresponsabilidad, rearme moral....
EliminarGracias
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