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viernes, 14 de noviembre de 2014

Un paseo hasta Michaelsberg

Bamburg está enclavada en un lugar delicioso, el valle del río Regnitz, cerca de su confluencia con el Main, y la rodean siete colinas (como a Roma) cubiertas de bosques de robles y hayas. En una de ellas está enclavado el monasterio benedictino de San Miguel (St. Michaels-Kloster), un conjunto hermosísimo fundado en el año 1015, aunque la iglesia original fue destruida por un terremoto un siglo después. El obispo Otón el Santo erigió otra iglesia, en esta ocasión románica, que sufrió un incendio y varias reformas hasta que en el XVIII se levantó toda la planta y se construyó el conjunto barroco que ha llegado hasta nosotros.






















La ascensión a la colina resulta cansada, pero merece la pena. En el camino nos encontramos con dos estaciones del Via Crucis más antiguo de Alemania, encargado por un rico ciudadano en el año 1500, entre las iglesias Elisabethenkirche y St. Getreu. La inscripción reza: La Verónica, delante de su casa, limpia el rostro cansado de Jesús (95 pasos) desde la casa de Pilatos.






















El conjunto de la iglesia y el monasterio, con los edificios adyacentes, resulta muy armonioso. Aquí arriba se respira mucha paz. Camino por el paseo arbolado que delimita uno de los laterales: la vista sobre la ciudad es preciosa.














Después de un día encapotado y helador, a media tarde se abre el cielo y aparecen retazos azul pálido. El sol cae velozmente y la silueta de la espalda de San Miguel se recorta contra las nubes rosas, moradas, carmesí. A los pocos minutos ya es de noche.


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