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martes, 31 de enero de 2012

"Iolanta" y "Perséphone", Chaikovski y Stravinski en el Teatro Real


Qué enorme poder curativo el de la belleza! Qué exquisitez nos ofreció ayer el Teatro Real, de la mano de dos rusos ( rusos tenían que ser), Chaikovski y Stravinski! Un programa doble extraordinario. Comenzó con la ópera póstuma del primero, Iolanta, una pieza preciosa, dulce, un canto en momentos tiernísimo para narrar el viaje de la oscuridad a la luz de la princesa Iolanta, rescatada de las sombras por el amor. Comienza con una nana preciosa y la música te sigue meciendo hasta el final. Grande, Chaikovski. No dejéis de escuchar esta ópera, si tenéis ocasión.
Pero lo verdaderamente extraordinario, para mí, llegó después del descanso, con la Perséphone de Igor Stravinski. Se trata de un melodrama en tres actos en lengua francesa, un poema de André Gide que recrea el homérico Himno a Deméter del siglo III a.d.C. Stravinski lo concibió como una obra de arte integral, involucrando el recitado, la danza y el canto. Es, por tanto, una obra singular, en la que participan un grupo de bailarines camboyanos con sus maravillosas y elegantísimas danzas, otorgando expresión corporal a la narración. De la parte cantada se hace cargo un tenor, mientras que una actriz recita los monólogos de Perséphone. Desde el punto de vista estrictamente musical, la pieza es sencillamente maravillosa. El protagonismo de los coros, espléndido; me encantó la Orquesta del Real (en esta temporada se está superando a sí misma), dirigida por Teodor Currentzis, y me gustó la simplicidad y el buen gusto de la puesta en escena. Ha sido una representación inolvidable.

Os dejo unos minutos con Stravinski.

Millares Sall, un poema


No vale

Te digo que no vale
meter el sueño azul bajo las sábanas,
pasar de largo, no saber de nada,
hacer la vista gorda a lo que pasa,
guardar la sed de estrellas bajo llave.
Te digo que no vale
que el amor pierda el habla,
que la razón se calle,
que la alegría rompa sus palabras,
que la pasión confiese: Aquí no hay sangre.
Te digo que no vale
que el gris siempre se salga
con la suya, que el negro se desmande
y diga cruz y raya,
al júbilo del aire.
Vuelvo a la carga y digo: Aquí no cabe
esconder la cabeza bajo el ala,
decir no lo sabía, estoy al margen,
vivo en mi torre sólo y no se nada.
Te digo y te repito que no vale


Un poema dedicado a Mª Ángeles que ayer me lo envió para librarme de mis pamplinas. Con un beso.

lunes, 30 de enero de 2012

Ser un caracol


Todos los días me planteo no volver a leer el periódico, ni ver las noticias, ni escuchar el informativo matinal de la radio. Recluirme en mi concha como un caracol, hacerme un bicho-bola y no volver a asomar la cabeza. El mundo no me echaría de menos, el devenir de los acontecimientos seguiría su curso de espaldas a mí, como por otra parte sucede desde siempre. El tiempo en que, siendo mucho más joven, confiaba en que entre todos podíamos, ha pasado a la historia. Hoy ya no creo ni en la belleza de las piernas de Miss Universo, aunque eso no suponga haber abandonado mis ideales, un concepto de la justicia y la solidaridad que compruebo hoy totalmente obsoleto. No confío en el ser humano, eso es todo. Mi análisis de la realidad que estamos viviendo no puede ser pues más pesimista, y creo que las cosas aún pueden empeorar mucho más, hasta límites capaces de arrasar el mundo que hasta ahora conocíamos y traernos más dolor del que podamos imaginar. La codicia impone estos pagos.

He de reconocer que de un tiempo a esta parte me cuesta cada vez más trabajo rescatar de esa oscuridad en la que el mundo se va sumergiendo un rayo de esperanza, una alegría. Mi natural propensión al gozo y la felicidad se me escapa entre los dedos, convirtiéndose más en un acto de voluntad que en la tendencia de mi naturaleza otrora alegre y confiada. Y no siempre mi voluntad sale airosa. Los pequeños placeres cotidianos no logran templar mi desazón. Como todos, me agarro a lo que tengo, que es mucho, en cabeza la salud de los que más quiero. Todas las mañanas, cuando salgo temprano de casa, miro el cielo alto e intenso de mi ciudad que se mantiene hermoso pese a su estratosférico índice de contaminación, y me felicito por vivir un día más. Y están los libros, mi último refugio, mi secreto manantial de placer y felicidad. Cuando la vejez asoma en el horizonte me vuelco en ellos como cuando era adolescente y huía de un mundo que no entendía y del que no me sentía formar parte. La literatura me transporta a otro universo, ese sí completamente mio. Y la música, el gran consuelo. Al menos, eso permanece. Por ahora.

domingo, 29 de enero de 2012

Forges


Forges, diario El País, 29 de enero de 2012

La Sinfonía Fantástica de Berlioz de la mano de la Sinfónica de Londres


No hay muchas piezas musicales tan especiales como la Sinfonía Fantástica de Berlioz. El pasado viernes la Orquesta Sinfónica de Londres, bajo la batuta de Michael Tilson Thomas, ofreció en el Auditorio una espléndida interpretación, que sirvió como colofón a un concierto hasta entonces protagonizado por Debussy. Ni sus Preludios ni la Fantasía para piano y orquesta, con Nelson Freire como solista, lograron conmoverme. Hasta que llegó Berlioz.

Según los expertos con la Fantástica nace el Romanticismo musical, que luego será decisiva en la obra de compositores como Liszt, Wagner, Bruckner, Mahler, Shumann y Strauss. Nadie niega su espíritu innovador: entre otras muchas consideraciones, Berlioz es el primero en romper con la tradición de la forma-sonata incorporando los cinco movimientos. Desde el primer acorde, Berlioz te lleva en volandas por unos paisajes musicales bellísimos en los que es fácil identificar sus intenciones, explicitadas en los títulos de sus movimientos: En sueños y pasiones, Un baile, Escena campestre, La marcha al suplicio y Sueño de una noche de aquelarre. La influencia de Beethoven en un joven compositor de 26 años (esa era su edad cuando compuso la Fantasía) no disminuye la trascendencia de la obra. Siempre es un placer volver a escucharla.

Os ofrezco el arranque del primer movimiento a cargo de la Orquesta Nacional de Francia, dirigida por Leonard Bernstein.

"No era idiomas lo que hablaban en la intimidad", por LPO


"(Agencia REÍTER, 27) Un agente fuera de servicio que descansaba ayer en un parque detectó en el banco vecino, ocupado por varias personas de apariencia adulta (con traje y corbata, alguno también con barba o bigote), un extraño comportamiento verbal. Aguzando el oído captó frases sueltas como “Coleguirritín”, “Tocinito de cielo”, “Supersecre General”, “Amiguito del alma”, “Diputinchi”, “Culito lindo”, “Me molas supermacísimo”, “Te quiero un huevecito”, y otras de semejante tenor. Por miedo a que el fuerte sonrojo delatase su escucha y los pusiera en fuga, el agente avisó de inmediato a una patrulla que, en aplicación de la Ley Anti Cursilería, trasladó a los supuestos adultos a la comisaría más cercana.
“Cuando decía que se iba con los amigotes, yo creía que se refería a otra cosa”, declaró con evidente disgusto una de las esposas al presentarse para pagar la fianza.
“Yo pensaba que la corrupción era algo serio”, manifestó otra."


LPO firma el texto y la viñeta.

sábado, 28 de enero de 2012

Arquitecturas pintadas, en el Thyssen


"Son muchos los que han oído hablar de las Siete Maravillas del Mundo, por la fama que tienen, pero son pocos los que las han visto en persona. Es preciso realizar un largo viaje hasta Persia cruzando el Eúfrates, visitar Egipto y luego Grecia, ir a la Caria y a Halicarnaso, navegar hasta Rodas y luego hasta Éfeso. Solo tras agotadores viajes por el mundo entero conseguimos satisfacer nuestro deseo, cuando ya los años y la vida se nos van acabando. Por ello el de la cultura es un don enorme y maravilloso que libra al ser humano de la necesidad de desplazarse y le enseña, en su propia casa, las bellezas de la tierra, poniéndole ojos al alma", escribía Filón de Bizancio, según se recoge en el catálogo de la exposición Arquitecturas pintadas, en el Museo Thyssen de Madrid. "Las maravillas son por lo tanto una realidad que hay que ver sobre todo con los ojos del alma, mediante un procedimiento especulativo; los propios términos que la designan reunen las actividades de ver, admirar y especular: mirabilia, miracula, speculata", afirman Marcello Fagiolo y María Luisa Madonna en el catálogo.


La exposición me entusiasmó, tanto la obra expuesta en la sede del museo como la colgada en las salas de la Fundación Caja Madrid. La mayor parte de estos cuadros poseen un algo onírico que dispara la imaginación, y en muchos casos una carga literaria que a mí siempre me estimula. A la belleza intrínseca de los óleos se suma lo sugerente de la temática: Arquitectura y ciudades legendarias. Arriba, La Torre de Babel, firmada en 1595 por Lucas van Valckenborch, un tema recurrente en el arte que simboliza la arrogancia y estupidez humana. Van Valckenborch se vio influenciado en el diseño de su torre por Pieter Bruegel el Viejo, quien había ideado un modelo de torre basado en el Coliseo romano, elevando su estructura circular con arcadas en pisos sucesivos, tal como veis sobre estas líneas.














El Mausoleo de Halicarnaso, atribuido a Louis de Caulery, forma parte de la serie Las Maravillas del Mundo que se pueden contemplar en el Palacio de Aranjuez de Madrid, una colección de pintura reunida por Carlos IV para decorar la Real Casa del Labrador entre los años 1804 y 1808. También forman parte de la colección Las Murallas de Babilonia, Las Pirámides de Egipto, El Faro de Alejandría, el Templo de Zeus en Olimpia y el Coliseo de Roma, así como El Monasterio de El Escorial, que sustituyó en este peculiar ranking a El Templo de Artemisa en Éfeso. El Mausoleo de Halicarnaso, que os muestro arriba a la izquierda, fue un monumento funerario de mármol blanco construido en torno al 350 a.d.C. por Artemisia en honor a su esposo Mausolo, rey de Caria. En el cuadro puede apreciarse en primer término a la reina dirigiendo las obras. A la derecha, Semíramis ante la ciudad de Babilonia, de Marten van Valckenborch, en la que podemos ver a la reina Semíramis sobre un caballo blanco enfrentándose a un león ante las puertas de la ciudad asiria. Según la leyenda la reina fue abandonada de niña en el desierto donde fue cuidada por pastores y palomas. Más tarde se desposó con Nino, al que mandó asesinar para hacerse con el poder y conquistar vastos territorios en Asia. Guerrera y gobernante, a ella se debe el auge y embellecimiento de Babilonia.













Tras las maravillas del mundo, Arquitecturas imaginarias y fantásticas. Me entusiasman estos escenarios irreales, ciudades levantadas en la imaginación de los artistas. A la izquierda, Gran pórtico con estatuas, óleo sobre lienzo de François de Nomé, realizado entre 1617 y 1621. Como podéis comprobar, esta pintura fantástica es puro anacronismo, pero posee un halo de grandiosidad y misterio que me encanta. A ambos lados del pórtico, dos edificios de estilos muy diferentes: el de la derecha clásico, con tres estatuas que representan a Sansón vestido de romano, a Josué de lansquenete y a un tercer personaje sin identificar. A la derecha, un baldaquino gótico soportado por columnas salomónicas que recuerdan los sepulcros napolitanos de los Anjou. En la parte inferior, estatuas de tamaño natural que probablemente representan personajes del antiguo Testamento. En el cuadro de la derecha, Capricho arquitectónico con Moisés salvado de las aguas, de Francisco Gutiérrez Cabello, se relata el suceso bíblico entre los muelles y construcciones de una grandiosa ciudad imaginaria. Según apuntan los expertos, el puente que se ve a lo lejos es el madrileño Puente de Segovia.











La poética de las ruinas. A la izquierda, Claude Joseph Vernet compuso entre 1740 y 1743 este precioso óleo sobre lienzo, Vista de un puerto del Mediterráneo, los perfiles de una ciudad de la época dibujándose entre un faro y las ruinas de un templo clásico al atardecer, me recuerdan los cuadros de un pintor al que adoro, Claudio de Lorena, cuya obra he traído a "Mi casa" en otras ocasiones. Alessandro Magnasco firmó entre 1710 y 1720 Descanso de los bandidos, el óleo que veis a la derecha. Las ruinas como telón de fondo de una escena con un cierto aire teatral, ruinas inverosímiles pero con un innegable encanto.

viernes, 27 de enero de 2012

"La tentación del silencio", de Xuan Bello


"Hay días, muchos días, en los que prefiero leer. Me siento en la mesa de mi despacho, reviso mis papeles antiguos, merodeo como un gato alrededor de mi alma; busco, pero no encuentro.

En esos días, lo sé, lo que más me conviene es simplemente leer, demorarme en las veredas que han trazado otros sin demasiado afán por encontrar una salida al jardín de la iluminación en ellas. ‘El vértigo del papel en blanco’, lo han llamado los psicólogos a esta crisis de quien tiene, por lo que sea, la obligación de contar y, en un determinado momento, no le sale y se flagela llamándose vago, cojo de talento, sicofante del sentimiento o usurpador de emociones. Yo creo que siempre tiene uno algo que contar –el sueño de esta noche que nos ha desasosegado, el canto de un gallo, la historia que me cuenta Carmina, mi vecina, sobre la Casa del Cura de Caces– pero no siempre se está para ello. La sintaxis es una forma que tiene el alma de mostrar que se está en orden; pero el desorden sucede a veces, incordiando, y lo que a uno le apetece, francamente, es ponerse a leer toda la mañana, sin la obligación de rellenar tres cuartillas para que alguien sueñe, a partir de lo que uno ha soñado, su mundo. Yo veo una relación estricta entre mi sintaxis, el orden de mi casa y mi alma. Dirá alguno que soy un maniático y lo seré (insultos peores he recibido); pero sólo consigo ponerme a escribir tras un baile ritual que me lleva, si las cosas van bien, media mañana. He de revisar primero libros que hace meses no consigo localizar, he de ponerme unas zapatillas que se han quedado al pie del sofá, he de arrepentirme por haber elegido para esta vida ser escritor, he de desayunar. Fumar varios cigarrillos, tomar varios cafés y un vino, reconstruir mentalmente el paisaje de La Pruída (unos prados de Paniceiros donde vi por última vez a mi abuelo sonreír) son algunas de las tareas que me ocupan la mañana; he de hacer muchas cosas, infinitas, antes de ponerme a contar el cuento de la Casa del Cura de Caces, que ayer me contó mi vecina, y mientras tanto en mi casa sólo encuentro puntos de fuga que no dibujan ninguna perspectiva: el claxon del panadero, la llamada del teléfono que me exige para ayer un artículo, el remordimiento de un cerezo al que debería de podar una rama enferma, a riesgo que se desangre, si quiero tener el próximo junio alguna cereza; todas estas cosas se me juntan y muchas más. Me nace entonces la rebeldía y la vergüenza a la vez. La rebeldía: ‘Al carajo con la escritura, a mí lo que me gusta es leer’, me digo. La vergüenza: ‘Este cansancio, tal vez momentáneo, ¿será el anticipo de un declive que no podré contener?’. Todos los trabajos tienen sus huesos, dicen en Portugal, y yo miro mi despacho como un carpintero mira sus manos antes de empezar a darle a la azuela: con determinación y desesperación. Sólo así se hace una silla, sólo así se cuenta un cuento.

El caso es que a mí, esta mañana, lo que me gustaría es ponerme a leer. Lo he hecho y he saltado de un libro a otro. He revisado viejos números de los Cuadernos del Norte, que son una delicia ahora que la modernidad se ha manchado de tiempo; antologías de poesía, como ésta que abro ahora sobre la de Irlanda, organizada por Brendan Kennelly, y en la que se puede leer el prodigioso poema titulado The King of Connacht en el que alguien pregunta si en el campo de batalla han visto a Hugh, el Rey de Connacht; y alguien, que tampoco sabemos quién es, contesta: ‘Todo lo que hemos visto ha sido / la huidiza sombra sobre los brezos’. Buscaba una salida, con desasosiego. En ese poema, ¿se habla acaso de la cobardía de Hugh, aquel rey que se enfrentó al vikingo en el siglo VIII en las costas del Ulster? No lo han visto en el campo de batalla, de su cuerpo lanceado no queda ni rastro, sólo, al parecer, la huidiza sombra sobre los brezos; pero el poema, compruebo, se ha escrito cien años después de que Harolf, el Rojo Danés, asestara la cuchillada definitiva que mató a Hugh, de tan dulce recuerdo; pero de aquella sangre, como en el poema, cien años después sólo queda el frágil olvido sobre la hierba. Sic transit gloria mundi.

De la poesía irlandesa he saltado a Michel Tournier, que nunca me defrauda: algún libro que ya ha escrito él proyecto escribirlo yo, como ese de la casa que me sugería que escribiese por un sms José Luis García Martín. Tournier vive en una rectoría, en la casa de un cura de las afueras de París. Ha arreglado lo que compró como ruina y en esa ruina, que ha ido adquiriendo poco a poco la forma de su alma, vive actualmente. Me gustaría alguna vez charlar con él, ver cómo se las arregla día a día para contar cuando lo que a él le place es leer y anotar en un cuaderno las insensateces de los escritores, en otro cuaderno las maravillas que lee y en otro tercero las insensateces y las maravillas que se le ocurren a él. Yo hablé, en su día, con la responsable del Consulado de Francia en Bilbao, para traer a Tournier a Gijón. La pobre pensaba que yo era alguien. Tras la comida, que pagué yo en El Planeta, se fue a hablar con unos altos directivos culturales. Del pobre Tournier quedó la sombra del aire entre los brezos…

Tournier vive en una antigua rectoría en los alrededores de París. También en Caces tenemos una casa de cura muy antigua, fatalmente abandonada, con una pomarada muy llana y (esta sí) bien cuidada. Supongo que destinarán la sidra a las bodegas del Arzobispado, aunque este año, vistas las maneras del mitrado, pienso que se va a quedar la sidra dulce sin obispo que la pruebe. En fin, a lo que vamos desde el principio dando vueltas: me dice Carmina, mi vecina, en su asturiano claro que la próxima semana es la fiesta de Caces. Ya no se celebra pero hay rumores.

–¿Rumores de qué, Carmina? –pregunto intuyendo que se ha constituido una comisión de fiestas y que tal vez este año, como cuando el mundo era mundo, se va ha celebrar la fiesta en condiciones.

–Rumores de fantasmas se oyen todos los años ese día en la Casa’l Cura. Al parecer, todos las almas de los curas que fueron en la parroquia, y que suman 136, se reúnen para una buena pitanza –me dice sin creerse lo que dice.

Yo, sin embargo, me lo creo. Me parece verosímil. ¿Quién no aceptaría, después de muerto, un pase pernocta para celebrar una noche la fiesta de su pueblo?

Todo esto, sin embargo, me crea muchas dudas. ¿En qué hablarán los fantasmas de esos curas? ¿En latín del seminario, en el asturiano de la parroquia o en el castellano del catecismo? No me vale que me digan que en telepatía, que para no hablar no va uno a una fiesta y menos si se tiene que desenterrar, sacudirse el polvo de la muerte y mandar (¿a quién se lo mandarán?) planchar la sotana y sacarle brillo al bonete. Hablarán en todo, que tras un año sin reunirse, hay muchas cosas que contar y en diverso acento del coro de los ángeles, de las anécdotas que un día florecieron sobre la tierra y de lo que sobre la marcha se invente, que para eso estamos. Sólo una cosa me preocupa. ¿Cómo sazonarán los manjares de la fiesta? A las almas benditas, dice la creencia popular, les está vedada la sal por prescripción celestial. La ausencia de sal genera melancolía y libros extravagantes, con lo que de alguna manera habrá que compensar. He de preguntarle al señor Vilabella, que de la comensalidad lo sabe todo: ¿sazonarán el jamón con pimienta? ¿Habrán cedido –¡horror!– a la moda del cilantro en el arroz a la candasina? ¿Descubrirían el curry de Ceilán y su punto travieso?

Todo es posible y se pueden arriesgar muchas hipótesis; pero, francamente, no estoy para ello. Me tienta el silencio, la lectura reposada, el sueño. Al final, todos ganamos: una buena historia, creo yo, vale más por lo que no se cuenta que por lo que se cuenta."

Xuan Bello es uno de los escritores más interesantes del panorama literario asturiano, tanto en verso como en prosa. Os dejo, como botón de muestra, este pequeño relato que he encontrado en su página web, que os aconsejo visitar siempre que podáis. Encontraréis más de una joya.

jueves, 26 de enero de 2012

"Old ideas", el nuevo disco de Leonard Cohen


No os perdáis el nuevo disco de Leonard Cohen, que El País digital nos ofrece como primicia. Una belleza.

"Vida y destino", de Vasili Grossman


"Reinaba un silencio denso, indivisible, y en el mundo parecía que no existiera la estepa, ni la niebla, ni el Volga; solo un perfecto silencio. Entre las nubes oscuras brilló veloz un relámpago, luego la niebla gris se volvió purpúrea y de repente los truenos invadieron cielo y tierra...
Los cañones cercanos y los lejanos unieron sus voces; el eco reforzaba su vínculo, amplificaba el polifónico entrelazamiento de sonidos que llenaba el gigantesco contenedor del espacio en el que se desplegaba la batalla.
Las casitas de adobe temblaban, trozos de arcilla se desprendían de las paredes y caían al suelo sin hacer ruido. En los pueblos de las estepas las puertas de las isbas comenzaron a abrirse y cerrarse por sí solas, mientras el ahora frágil hielo del lago se agrietaba.
Un zorro corría, meneando su pesada cola de abundante pelo sedoso, y la liebre en lugar de huir de él le seguía; en el aire se levantaban en vuelo, agitando las alas pesadas, aves rapaces nocturnas y diurnas, tal vez reunidas por primera vez... Los lirones soñolientos que salían de sus madrigueras parecían abuelos desgreñados escapando de una isba incendiada.
Probablemente en los puestos de combate la temperatura del húmedo aire matutino subió un grado a causa de las miles de ardientes piezas de artillería.
Desde el punto de observación de primera línea se distinguían con nitidez las explosiones de los obuses soviéticos, las espirales de oleoso humo amarillo y negro retorciéndose en el aire, las fuentes de tierra y nieve sucia, la blancura lechosa del fuego de acero.
La artillería enmudeció. Una nube de humo mezclaba con lentitud sus girones deshidratados y ardientes con el húmedo frío de la estepa.
Enseguida el cielo se llenó de un nuevo sonido, estruendoso, amplio, tenso: los aviones soviéticos se dirigían hacia el oeste. Su zumbido, sus rugidos y bramidos hacían físicamente tangible la grandiosa profundidad del ciego cielo nebuloso. Los aviones de asalto blindados y los cazas volaban casi a ras de suelo, presionados contra la superficie por la capa baja de nubes, mientras en las nubes y por encima de ellas mugían con voz de bajo los invisibles bombarderos.
Los alemanes en el cielo sobre Brest-Litovsk, los rusos sobre la estepa del Volga..."


Termino casi en estado de shock Vida y destino, la impresionante novela de Vasili Grossman sobre el cerco y la liberación de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial. Grossman conoció la guerra de primera mano, ya que era corresponsal del periódico Estrella Roja, recogió cientos de testimonios y escribió esta imprescindible novela que te deja horrorizado y profundamente conmovido. Él fue el primero en dar a conocer al mundo la existencia de los campos de exterminio nazis, y narra magistralmente el desmoronamiento político y moral de la Rusia que le tocó vivir. No le fue permitido publicar su obra en vida. Esta novela vio la luz en los años ochenta, en Israel.

miércoles, 25 de enero de 2012

El Roto


El Roto, diario El País, 24 de enero de 2012.

Fernando Pessoa, un poema


Si yo pudiera morder la tierra toda

Si yo pudiera morder la tierra toda
y sentirle el sabor sería más feliz por un momento...
Pero no siempre quiero ser feliz
es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural...
No todo es días de sol
y la lluvia cuando falta mucho, se pide.
Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.
Naturalmente como quien no se extraña
con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas...
Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
infelicidad.
Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
y cuando se ha de morir,
Recordar que el día muere y que el poniente
es bello y es bella la noche que queda.
Así es y así sea.

martes, 24 de enero de 2012

Jaume Pujol, arzobispo de Tarragona

El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, en unas declaraciones realizadas a El Matins de TV3 y recogidas por el diario Público el 23 de enero, ha afirmado que las mujeres no pueden oficiar misa porque "cada uno tiene una función" y lo ha argumentado diciendo: "yo tampoco puedo hacer algunas funciones que hacen las mujeres, no puedo traer hijos al mundo". Y ha añadido: "Si me pregunta cuando podremos tener las mismas funciones le diré que yo nunca podré ser una mujer".




"Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente"

Vuelve Bruckner a Madrid de la mano de Barenboim


Una de las piezas musicales que más escucho en mi casa es la Sinfonía Núm. 8 de Bruckner, a cargo de la Müchner Philharmoniker y dirigida por Celibidache, el mítico intérprete de toda la obra bruckneriana, aunque él aborreciera del término. Hace unos días, como parte de los actos de celebración de su centenario, Daniel Barenboim al frente de la Staatskapelle Berlin trajo al Auditorio Nacional en Madrid su Sinfonía Núm. 3 en Re menor. Nunca la había escuchado en directo y la disfruté. Tiene la fuerza de las obras wagnerianas, con ese carácter heroico y romántico, apasionado, vehemente, siempre envolvente. Una música vibrante que te llena de energía.

No encuentro en la red más versión que la que os ofrezco, pero es suficiente para abrir boca.


lunes, 23 de enero de 2012

El mejor Arte Urbano


El derroche de imaginación que el arte urbano demuestra me tiene fascinada. Se plantee como denuncia, sátira o simple divertimento, es difícil encontrar una ciudad de las dimensiones que sea que no cuente con una tapia, un muro o una esquina en la que un artista urbano no haya dejado su impronta.











No es la primera vez que traigo a "Mi casa" alguna muestra de ello. No hace mucho tiempo os hablaba de una exposición organizada por el Instituto Cervantes de Madrid en el que podíamos ver un conjunto de instalaciones y propuestas, algunas sorprendentes, todas imaginativas y de una frescura reconfortante. Nuevas formas de expresión para un público joven que aborda el arte con una mirada nueva y demanda nuevos lenguajes.

















No hace muchas fechas leía en un diario el problema que le había surgido al coleccionista que se había hecho, por una suma millonaria, con el famoso tiburón de Damien Hirst disecado en una urna de cristal, cuando el pobre animal comenzó a pudrirse. Alarmado, se puso en contacto con el afamado "artista", que inmediatamente lo sustituyó por otro. Esperemos que no le ocurra otro tanto y su feliz propietario pueda gozar de su contemplación muchos años. Recordaba esta anécdota ante alguna de las obras que os estoy mostrando. Cuánto más se acercan a mi valoración artística este arte efímero y casual que esas excentricidades de ricos snobs.












La voracidad del mercado del arte ha atraído al artista urbano hacia galerías y museos, aunque dada la vitalidad de este movimiento espero que no llegue a convertir en mercancía lo que ha sido concebido para manifestarse libremente en espacios abiertos.












Estas fotografías las he encontrado en una página que os recomiendo, Street art Utopia. Y termino con uno de los artistas urbanos más conocido y, según mi criterio, más interesantes, Banksy, del que ya os he hablado en entradas anteriores. A él pertenece también la obra con la que abro el comentario.

domingo, 22 de enero de 2012

"Violación. Una historia de amor", de Joyce Carol Oates


"Esa tarde, el azar quiso que se topase con Dromoor. Era nuevo en el cuerpo de policía y en la ciudad. Más adelante, él recordaría que apenas le habló, pero la escuchó largamente. Dio la impresión de conmoverse al verla tan joven y ya viuda. Tenía que criar sola a una hija. Dromoor le ofreció una copa y ella se negó. Él no insistió, pero se quedaron juntos en la barra. Nadie allí les interesaba tanto como se interesaban el uno al otro. Él bebía cerveza. Negra, de barril. Tenía los ojos azul más claros que el rostro, que parecía una máscara de arcilla. Al final de la tarde, antes de irse, ella le dijo que la llamase alguna vez si tenía tiempo. Dromoor frunció el ceño y susurró, tan bajo que nadie más pudo oírlo que le encantaría pero estaba casado, y que su esposa daría a luz a su primer hijo en unos veinte días.

Teena rió. Agradecía que se lo contase.

- John Dromoor. Tú y yo somos amigos.

Se inclinó para besarle la mejilla. Rozó con sus labios esa cara de arcilla. Y eso fue todo. Un pequeño gesto. Le había gustado ese hombre, y creía que ella le había gustado a él, al menos un poco. Pero eso era todo. Solo volverían a estar cerca dos años después. Sería en un cobertizo de Rocky Point Park, y ella estaría inconsciente."

Esta es la primera novela que leo de Joyce Carol Oates, pero no será la última. 174 páginas que devoré fascinada y con el alma en vilo. Una prosa exacta, limpísima, deslumbrante. Unos brochazos que dibujan a los personajes con precisión de finísimo pincel. Pura sabiduría narrativa. Os lo aconsejo.

sábado, 21 de enero de 2012

Gabriela Mistral, "Besos"


Hay besos que pronuncian por sí solos

la sentencia de amor condenatoria,

hay besos que se dan con la mirada

hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles

hay besos enigmáticos, sinceros

hay besos que se dan sólo las almas

hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,

hay besos que arrebatan los sentidos,

hay besos misteriosos que han dejado

mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran

una clave que nadie ha descifrado,

hay besos que engendran la tragedia

cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios

que palpitan en íntimos anhelos,

hay besos que en los labios dejan huellas

como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas

por sublimes, ingenuos y por puros,

hay besos traicioneros y cobardes,

hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa

en su rostro de Dios, la felonía,

mientras la Magdalena con sus besos

fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita

el amor, la traición y los dolores,

en las bodas humanas se parecen

a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos

de amorosa pasión ardiente y loca,

tú los conoces bien son besos míos

inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso

llevan los surcos de un amor vedado,

besos de tempestad, salvajes besos

que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;

cubrió tu faz de cárdenos sonrojos

y en los espasmos de emoción terrible,

llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso

te vi celoso imaginando agravios,

te suspendí en mis brazos... vibró un beso,

y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos

son de impasible corazón de roca,

yo te enseñé a besar con besos míos

inventados por mí, para tu boca.

viernes, 20 de enero de 2012

Geoffrey Squire


De la mano de Luis Pérez Ortiz (LPO), ilustrador y escritor, amigo, de cuya obra os hablaré uno de estos días, entro en el apasionante mundo de la ilustración y me maravillo del talento de muchos artistas que me resultaban totalmente desconocidos hasta el día de hoy, como es el caso de Geoffrey Squire con el que inauguro una nueva sección de "Mi casa" y a quien dedico este comentario.











Tengo una antigua y apasionada relación con los cuadernos y blocs de notas (una de las mayores alegrías que me depara el cambio de año es estrenar un nuevo cuaderno, en el que ir anotando impresiones y reproduciendo textos que por una u otra razón llaman mi atención, alguno de los cuales pasan luego a formar parte de mis comentarios en "Mi casa". La colección de estos blocs de notas atiborran mis cajones), y ya en alguna ocasión os he comentado la envidia que me inspiran quienes pueden acompañar los textos con dibujos. Recuerdo con admiración la colección de cuadernos de viajes que expuso no hace mucho el Museo ABC, del que os hablé en su momento. Y el Manuscrito Penagos, de Rafael Alberti











Hoy os ofrezco los de Geoffrey Squire, cuyas reproducciones encontré en en Cuadernistas, una estupenda web de ilustradores que os recomiendo visitar. Google también cuenta con una página dedicada al ilustrador, en la que podéis encontrar una muestra más completa de su trabajo. Squire vivió entre 1896 y 1989, fue escritor e ilustrador, participó en la Primera Guerra Mundial de la que ha dejado testimonio en sus cuadernos y ahora es su nieto, Paul Stickland quien, descubierta la enorme calidad de su trabajo, se ha hecho cargo de dar a conocer su obra.

jueves, 19 de enero de 2012

La Saint Petersburg Philharmonic Orchestra, en Madrid


Frente al Hotel Europa, un maravilloso palacio en el centro de San Petersburgo, se encuentra la sede de la Saint Petersburg Philharmonic Orchestra en un pequeño y precioso teatro que tuve ocasión de visitar en un viaje a la ciudad de los zares en junio del 2008. Un viaje extraordinario en el que, entre otros descubrimientos, rastreé las huellas de Dostoievski y las localizaciones de Crimen y Castigo, de cuyas impresiones ya os he hablado en el blog. Entonces escuché por primera vez a esta espléndida orquesta, dirigida por Yori Termirkanov, con la que tuve oportunidad de reencontrarme el pasado miércoles en el Auditorio de Madrid. En San Petersburgo nos ofrecieron un Concierto para violín y orquesta de Khachaturian, con Joshua Bell como solista, y la Sinfonía Núm. 1 de Prokofiev. Recuerdo que salí de la sala muy conmovida y paseé por las calles de la ciudad en silencio un gran rato, empapada de música.

El miércoles también fueron dos compositores rusos los protagonistas de la tarde. Shostakovich, con el Concierto para violín y orquesta nº 1, con Leticia Moreno como solista (abordó con una técnica perfecta algunos movimientos de ejecución endiablada), y la preciosa Sinfonía nº 2 de Rachmaninov. Quizá sea porque al estar inmersa en la lectura de Vida y destino, de Vasili Grossman, siento lo ruso más a flor de piel, lo cierto es que la sinfonía de Rachmaninov me emocionó y me llenó de placer. Pueden ser imaginaciones mías pero me dio la impresión que esta pieza en manos de la orquesta rusa cobraba unas dimensiones expresivas novedosas.

Pese a que nada más terminar el concierto la mayor parte del público abandonó la sala apresuradamente, calculo que a causa del partido de futbol Real Madrid- barcelona que emitía la TV, el director nos regaló a los que seguíamos aplaudiendo pegados a la butaca una preciosa pequeña pieza de Tchaikovsky y unos movimientos de una suite de Albeniz, que la orquesta ejecutó con gran entusiasmo y la sala agradeció. Precioso concierto.

"El territorio de las humanidades", por Arturo Leyte


"Descartado que puedan ocupar su antiguo papel en la organización actual del saber y las ciencias, la pregunta por las humanidades y su improbable territorio ya no puede plantearse solo en términos científicos, sino políticos: ¿quiere dedicar una sociedad recursos económicos, con todo lo que eso implica, para implantar seriamente los estudios humanísticos, dejando de enmascarar su progresivo y estructural recorte? La pregunta se puede plantear en términos más intuitivos: ¿quiere una sociedad, por medio de su Gobierno, formar a sus jóvenes ciudadanos en estudios como la historia, la literatura, el arte, las lenguas clásicas o la filosofía?, ¿o prefiere una educación de la que haya desaparecido la posibilidad de leer, escribir, interpretar, juzgar y decidir cultivadamente? Porque desgraciadamente el cultivo de las humanidades hoy tendría que comenzar por la humilde tarea de enseñar a leer y escribir -que debería constituir el primer deber político de la democracia-, lo que nos remite a un horizonte mucho más incómodo: que tal vez hoy se pueda prescindir de la lectura, entendida al menos en sentido humanístico como ejercicio progresivo de formación. Así, tendría que asumirse que leer es algo distinto de obtener una información. La opción política residiría entonces en decidir si una sociedad quiere aprender a leer su propia tradición pasada, pero no porque allí resida la verdad absoluta, sino porque constituye la única referencia accesible para todos, fuera de la lucha por el presente. El pasado puede volverse así la distancia necesaria desde la que todavía podemos vernos. El declive de las humanidades no deja de constituir otra forma de referirse a la aniquilación estratégica del pasado. Al reproche de que las terribles catástrofes históricas del siglo XX ocurrieron precisamente bajo una sociedad ilustrada y leída, habría que oponer que su causa residió más bien en una insuficiente ilustración. Solo cabe recordar la destrucción de la tradición humanística llevada a cabo en Alemania por aquel régimen que anunciaba la nueva época a base de borrar la antigua: comenzó quemando libros como anticipo de la quema de cuerpos humanos. A las tiranías les estorba la tradición ilustrada, de ahí que la desfiguren o directamente la destruyan. Pero nuestra pregunta tiene que apuntar ya sin nostalgia directamente al futuro: ¿qué aportaría el territorio de las humanidades a la democracia?

Si las ciencias humanas investigan científicamente su objeto, políticamente habría que reivindicar el estudio de la cultura humana desde su sentido temporal, accesible solo por medio del cultivo de las lenguas, los textos y los objetos que nos precedieron, pero no con un fin arqueológico, sino con el de constituir un modelo de ciudadanía. La cultura así adquiriría un sentido ulterior, no simplemente heredado, sino como condición de una vida social futura extraña a la barbarie. ¿Resulta hoy eso posible? ¿Y si descubriéramos, por ejemplo, que ante ese objetivo el camino no fuera enseñar Educación para la Ciudadanía sino simplemente humanidades...? En realidad, ¿qué pasa cuando algo como la ciudadanía se enseña como una asignatura de la que uno se puede desvincular cuando quiera? Además de ocurrirle como a la enseñanza de la religión -que aumenta el número de irreverentes- el problema reside en que seguramente no se deja enseñar como un conocimiento, sino que es más bien el conocimiento una condición de su desarrollo. Además, ninguna Administración está dispuesta a volver a la difícil enseñanza humanística porque es improductiva, muy lenta y, en consecuencia, cara: aprender una lengua, clásica o moderna; adquirir un bagaje de lecturas; conocer y aprender a ver el arte, resultan tareas extrañas a la rapidez exigida hoy por las tecnologías de la enseñanza. El sacrificio social que se ha pagado a cambio ha sido enorme y la degradación está servida: las humanidades ya no pueden constituirse en el fondo sobre el que construir una sociedad libre y crítica. Pero, ¿qué las va a suplir? Los sobrentendidos aquí no valen y constituyen la puerta de entrada de los totalitarismos, que por descontado son antiilustrados. De ahí que la imagen más sombría proceda de pensar cómo la moderna sociedad democrática fue también la que descabezó las humanidades, seguramente por imponderables de la masificación, pero también por considerar que estaban teñidas de un halo elitista que las identificaba con las antiguas clases de poder. No se percibió que fue la propia conciencia formada en las humanidades la que justamente había acabado con aquel antiguo poder. Hoy podríamos preguntarnos si, más allá de la gestión económica de los recursos y su distribución, es posible una sociedad democrática sin contar con la reimplantación de las humanidades."

Este texto es parte del artículo publicado en La cuarta página del diario El País el 5 de enero de 2012, firmado por el filósofo Arturo Leyte.

miércoles, 18 de enero de 2012

Es invierno en el Jardín Botánico


Deambulo por el Jardín Botánico una mañana madrileña transparente y luminosa. La supuesta aspereza del invierno me abriga dulcemente, siempre he sentido como un esponjamiento interior cuando hace más frío y los árboles muestran su desnudez. La vida se ralentiza, nada disturba la quietud cuando haces un paréntesis y te apartas del ruido.













El Jardín está casi desierto, solo algún turista y un par de fotógrafos me distraen unos minutos. Me distraen de nada, porque solo me dedico a caminar sin rumbo, abstraída, vagando entre las redes que las ramas dibujan en el cielo. Ninguna obra de arte como estas formas caprichosas, nada tan sugerente como la infinidad de tonos ocres, cobrizos, verdosos que me rodean. Qué placer.


















Me siento en un banco de piedra al sol. Cierro los ojos. Huele a hojas muertas, un aroma levemente putrefacto, dulce, lejos de los intensos olores del verano. Un suave rumor me hace abrir los ojos y veo acercarse a un hombre mayor, casi un anciano, apoyándose ligeramente en un bastón, alto, delgado, con un gabán marrón y un sombrero negro que ensombrece su rostro. Me vienen a la memoria de repente unos versos ya casi olvidados (cuando vuelvo a casa Google me recuerda que fueron escritos por Antonio Machado): "Te he visto, por el parque ceniciento que los poetas aman/para llorar, como una noble sombra/ vagar, envuelto en tu levita larga." Pienso en mi padre y su imagen me exprime el corazón, hasta que recuerdo que él ahora vive entre besos y mimos, y es feliz. Al menos eso quiero creer.














Al pasar a mi lado me mira furtivamente y sigue su camino. Me tienta la idea de seguirle, pero un inesperado respeto a su intimidad me lo impide. Me gustaría saber si se siente querido, si alguien le acompaña, si tiene miedo. Veo su silueta alejarse. Me levanto y camino en dirección contraria. La vejez no tiene por qué ser triste, me repito, puede vivirse con la misma plenitud y alegría que la madurez. Pero un velo melancólico ha envuelto la mañana. Camino hacia la salida, hacia ruido. La vida bulle fuera.

martes, 17 de enero de 2012

Berthe Morisot, La pintora impresionista, en el Museo Thyssen


El crítico de arte Félicien Fagus escribía en 1902 respecto a Berthe Morisot: "Ella sería la impresionista absoluta en el sentido literal de la palabra: (...) sin idea preconcebida, prestamente fija su impresión del momento". Y su amigo Paul Valéry: "La singularidad de Berthe Morisot era (...) vivir su pintura y pintar su vida, como si ese intercambio entre observación y acción, entre voluntad creadora y luz, fuera una función natural y necesaria, asociada a su régimen vital". Morisot es la pintora impresionista por antonomasia. Confieso que de su producción solo conocía un cuadro, El espejo psiqué (que podéis ver abajo, a la izquierda) porque forma parte de la colección del Museo Thyssen. Cuando el escritor Émile Zola lo contempló en la Tercera Exposición Impresionista celebrada en París comentó: "este año, la Psyché y Muchacha en su tocador son dos verdaderas perlas, en las que los grises y los blancos de las telas interpretan una sinfonía muy delicada". A la derecha os muestro Muchacha en su tocador.














En colaboración con el Museo Marmottan Monet el Thyssen Bornemisza ha organizado una preciosa exposición dedicada a la figura de esta pintora a la que, a mi entender, no se le ha otorgado todo el reconocimiento que merece. Un conjunto de cuadros que no desdicen en absoluto junto a los lienzos de algunos de los impresionistas más afamados que la acompañan en la muestra y con los que mantuvo una estrecha relación.















Algún día os hablaré de la vida de esta voluntariosa mujer y de cómo logró hacerse un hueco entre los artistas de su tiempo, en cuyos lienzos aparece en numerosas ocasiones. Discípula de Edouard Manet, terminó casándose con su hermano Eugène al que retrata en varios lienzos, uno de los cuales reproduzco arriba a la derecha. Hoy me gustaría llamar vuestra atención sobre el cuadro El espejo psiqué, al que Zola se refería. En principio el tema no resulta nuevo: pintores de todas las épocas han gustado de retratar mujeres en la intimidad de sus dormitorios, mirándose al espejo. Pero este cuadro tiene la singularidad de reproducir el espejo de cuerpo entero, estilo Directorio, que se encontraba en el dormitorio que el matrimonio compartía, y que luego volvió a reproducir parcialmente en Muchacha en su tocador. De esta forma la artista nos introduce en la intimidad de su propio boudoir. El cuadro alude a la historia de Eros y Psique, en la que el alma se personifica en la figura de una joven en busca del amor divino. Muy probablemente la joven no sea una modelo, sino Edma, la hermana de la pintora.














La exposición es preciosa, pero me han gustado especialmente los cuadros que dan la impresión de estar menos trabajados, a veces casi sin terminar, aquellos en los que la pincelada se mueve con mayor libertad sobre el lienzo, larga y espontánea. Los cuadros de flores, a los que tan aficionados son los impresionistas, son una belleza, como veis con el que encabeza el comentario.