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jueves, 27 de marzo de 2014

Las Furias, en el Prado

Hace unos días os hablaba en una entrada de como María de Hungría había colgado en el salón de su palacio de Binche los cuatro cuadros de las Furias, que previamente había encargado a Tiziano, con el fin de agasajar a su hermano, Carlos V, y amedrentar a sus enemigos. Las Furias representaban a los príncipes alemanes que se habían alzado contra el emperador y a quienes este había derrotado en Mühlberg. De aquellos cuatro grandes lienzos hoy solo se conserva Sísifo, con el que abro el comentario, inspirado en el Torso Belvedere de Apolonio de Atenas. Tártalo se perdió en el incendio del Alcázar de Madrid, en 1734. Tampoco se conserva el Ticio original, aunque sí el que pintó posteriormente para el Duque del Infantado, muy similar al primigenio.  Ixión tampoco ha llegado hasta nosotros.















Las Furias, tema recurrente en la pintura los 120 años posteriores al trabajo de Tiziano, protagonizan estos días en el Museo del Prado una exposición magnífica, quizá lo mejor que se puede ver estos días en Madrid. En España se conocieron como Furias a cuatro moradores del Hades greco-latino, al que habían sido condenados por desafiar a los dioses. Son, pues, la personificación de la venganza. Ticio, cuyo hígado es devorado por un buitre como castigo por haber intentado violentar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a un hijo de festín a los dioses.












Sísifo, eterno portador de una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por intentar seducir a Hera. Con el paso de los años la representación de las Furias perdió su carácter intimidatorio y fue abordado por los pintores como un ejercicio de dominio técnico, ya que les permitía someter a los cuerpos a brutales escorzos y demostrar su pericia en la representación del cuerpo humano.













Os traigo algunos de los lienzos que más me han impresionado, comenzando con el Sísifo de Tiziano, realizado entre 1548 y 1549. Abajo a la izquierda, también de Tiziano, el Ticio al que me refería anteriormente, fechado entre 1560 y 1565. A ambos podemos contemplarles habitualmente en la exposición permanente del Museo. A su derecha Prometeo encadenado, de Rubens, y debajo dos de los cuadros más sobresalientes de la muestra, el Ticio, a la izquierda, e Ixión, a la derecha, de José de Ribera, realizados en 1632, ambos propiedad de Museo del Prado. El rostro del personaje que empuja la rueda de este último es sobrecogedor.  Sobre estas líneas Prometeo, de Luca Giordano (su modelo fue Hamán crucificado, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, a su vez deudor de el Laoconte); y a su derecha Tántalo, de Giovani Battista Langetti.  Y cierro con un dibujo que, por si solo, merecería la visita: el Ticio de Miguel Ángel.


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