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sábado, 23 de julio de 2011

Ha muerto Lucien Freud


Ha muerto Lucien Freud, uno de los pintores más sólidos del siglo XX. Audaz, iconoclasta, provocador, su pintura, que según sus palabras debía funcionar "como carne", perturba y desasosiega, y jamás deja indiferente. A mi entender, nos deja uno de los artistas más intensos, uno de los retratistas más poderosos del siglo.















Esa manera despiadada de representar el cuerpo, huyendo siempre de la belleza convencional. Sus desnudos parecen más desnudos que cualquier otro. La carne expuesta, vulnerable, mortal. Su desolación posee una belleza terrible y abrumadora.

Se ha ido uno de los más grandes. Os dejo este vídeo, para que podáis disfrutar de algunas de sus obras. Y un enlace con un artículo sobre el pintor aparecido hoy en el diario El País, firmado por Manuela Mena, actualmente jefa de conservación de pintura del siglo XVIII y Goya en el Museo del Prado.

Rosenborg


Muy cerca del Botánico, rodeado de jardines, se encuentra el Castillo de Rosenborg, mandado construir por el rey Christian IV en el siglo XVII. De estilo renacentista holandés, en principio se proyectó como residencia de verano, aunque terminó siendo el domicilio habitual de los monarcas daneses hasta finales del siglo XIX.














Disfrutar de la belleza de muebles y estancias sería ya motivo suficiente para visitar el interior del castillo, pero si a eso sumáis mi espíritu cotilla, la enorme curiosidad que me produce conocer los objetos con los que compartieron su vida personajes que desaparecieron hace mucho tiempo, cuyo calor, fantaseo, aún conservan, emprenderéis la excitación que me produce. Es la misma sensación que tengo al recorrer las ruinas de Volubilis o Micenas, la casa de Rembrandt o la Alhambra de Granada. El impulso que me anima a colarme por una ventana entornada de una casona asturiana abandonada, y recorrer las habitaciones con el corazón en la garganta.














No es el caso, el castillo de Rosenborg es perfectamente visitable. Una de las estancias más impresionantes y mejor conservadas es el Salón de Invierno del Rey, que podéis ver en la fotografía superior izquierda. Las paredes están revestidas en madera, obra del ebanista Gregor Greuss en torno a 1620, y encastradas en ella, una importante colección de pinturas adquiridas en Amberes, entre las que se encuentran obras de Joos de Momper II, Pieter Snayers y Louis de Caullery, aunque la mayor parte son anónimas. A la derecha de esa imagen, el Salón de verano, una preciosa habitación menos impresionante que la primera, en la que la reina Louise guardaba sus recuerdos de viajes. Precioso el escritorio que veis en la fotografía.

Sobre estas líneas la Sala del Rey, cuyas paredes están revestidas con preciosos tapices firmados por Wauters y adquiridos por el rey Christian V en los Paises Bajos. A los lados de un imponente bargueño, los retratos del rey y de la reina Charlotte Amalie. Y, a la derecha, el Gabinete de laca, a los que tan aficionados eran los soberanos de toda Europa. Fue decorada entre los años 1663 y 1665 por François de Bray por encargo de Federico III, y realizada en laca con incrustaciones de turquesas y madreperlas y motivos chinescos.














La llamada Sala de Federico IV formaba parte de un salón de mayor tamaño que fue dividido en dos estancias en torno a 1700. Maravillosas las tapicerías de las paredes realizadas en Oudenaarde, Bélgica, alrededor de 1700. La mesa de centro es una pieza preciosa, muy del estilo de la época, regalo del Gran Duque de Toscana. El mármol de la mesa es una belleza, con incrustaciones de piedras preciosas, realizado en Florencia por Foggini. Los bargueños, las mesitas, los espejos, son pequeñas maravillas que se aprecian con dificultad a causa del abigarramiento de la sala. A la derecha podéis ver el Gabinete de Federico IV, utilizado como sala de audiencias de su hermana la princesa Sophie Hedevig. También aquí llaman la atención las tapicerías, en esta ocasión obra de Berendt van der Eichen, realizadas en Copenhague en 1695, representando la leyenda de Júpiter e Io.
















El mueble que veis a la derecha es un precioso torno de nogal y bronce, tapizado en seda, diseñado en 1736 por Diderich de Thurah. Su utilización fue durante mucho tiempo un pasatiempo eminentemente masculino, hasta que alrededor de 1740 fue adoptado por las mujeres y niños de la familia real, que recibían clases del tornero Lorenz Spengler. La miniatura reproduce un templete con el busto de la reina, obra del joven príncipe Guillermo de Hesse. A la izquierda, uno de los magníficos frescos que adornan las estancias del palacio, en esta ocasión representando a los músicos de la orquesta de la corte.



















Aquí tenéis los retratos en cera de los reyes Federico III, obra de Le Clerc en 1751, y de la reina Sophie Amalie, atribuído a Antoine Benoist y fechado en 1670. Era costumbre de las cortes europeas realizar estos retratos cuando morían los soberanos o los príncipes, y colocarlos en estas sillas de manos.

















Curiosísimos, como estos dos bustos de cera que representan a Frederik VI y Carl a la edad de tres años. Era este último un hijo del pueblo elegido por la reina Caroline Mathilde como compañero de juegos de su hijo el príncipe Frederik, ya que la reina, influida por Struensee, decidió adoptar para el príncipe heredero un método de educación "libre" de inspiración roussoniana. Tras la revolución de 1772, la familia real huye al exilio y el pequeño Carl vuelve al orfanato donde morirá de viruela. La familia real pagó su entierro.


















En el Gabinete de las porcelanas se guarda este maravilloso servicio para cien personas, creado entre 1790 y 1803 por la Real Fábrica de Porcelanas, que comprende cerca de dos mil piezas decoradas individualmente con motivos de la flora danesa. La precisión botánica de las reproducciones florales se debe al botánico danés G. C. Oeder. Muy problablemente fue encargada como regalo para la Emperatriz Catalina la Grande, pero murió antes de su finalización de modo que permaneció en posesión de la corona danesa, que todavía la utiliza en las grandes ocasiones. A la izquierda, el Gabinete del Cristal, que contiene más de mil objetos provenientes de Holanda, Inglaterra, Bohemia y Dresde.













Y cierro con el Salón del Trono y sus impresionantes leones de plata, encargados por Federico III en 1660, siguiendo el modelo del trono del rey Salomón descrito en el Antiguo Testamento .

viernes, 22 de julio de 2011

Baselitz, en Copenhague


Al norte de Slotsholmen, en Copenhague, paseando por la Nybrogade Gl. Strade, descubrimos la galería de arte Kunstforeningen Gl. Strand, una preciosa casa a orillas del canal, rodeada de cafés, donde se expone la última obra del pintor alemán Baselitz. Fue una de las mejores sorpresas que me deparó Copenhague. Siempre me ha entusiasmado su obra, pero no he tenido muchas oportunidades de disfrutar de ella. Creo recordar que fue en el MOMA de Nueva York donde pude contemplar un cuadro suyo por primera vez, y me atrapó. Hace un par de años, la galería Heinrich Ehrhardt de Madrid le dedicó una espléndida exposición que giraba en torno a El pintor y su obra.















Georg Baselitz está considerado como uno de los artistas más importantes de su generación. El artista alemán trabaja con esculturas, dibujos y obra gráfica, pero por lo que es más conocido es por sus cuadros "al revés". En la muestra de la que os hablo se exponen varios de esos cuadros. En realidad, la exposición se centra en un proceso de revisión de su obra que le ha permitido volver a plantearse temas que ya abordó en los años 60 y 70. Re-Mixed, la titula.


















Dicen los críticos que esta obra "revisada" no solo ha ganado en frescura y naturalidad, sino también en brillantez. En Gl Strand los cuadros se distribuyen en tres plantas: En la primera, los cuadros inspirados en motivos históricos, fundamentalmente la Alemania nazi, que influyó determinantemente en su pintura. Así, varios cuadros representan variaciones sobre el águila y el propio Hitler. La pintura que os muestro arriba, a la derecha, correspondería a esta serie.


















En el segundo piso se exponen una serie de acuarelas hermosísimas, en las que se mezcla el lirismo con esa presencia dramática de la que parece no poder desprenderse. Fijaos en estos dos cuadros, pintados "al revés". En el de la izquierda, distinguimos con nitidez los zapatos, y las líneas negras pueden definir los pantalones. Pero este cuadro llora. Sobre la delicadeza y brillantez del color, la tinta negra rasga, encarcela, destruye. La misma impresión causa el de la derecha. Sobre la armonía cromática, esas manos como garras de las que parece surgir fuego, y la misma tinta negra resbalando, sangre negra, lágrimas, barrotes. Cuadros brutalmente hermosos.

















Mirad en el cuadro de la izquierda, un retrato de sus padres. Es todo desconsuelo. Con ternura, y con furia, nos muestra a dos seres agotados, tristes, atravesados, casi barridos por la tragedia. Se trata de un óleo de 2010. A la derecha, un retrato de Viktor Brauner, pintor judío rumano al que admiraba.
















En el tercer piso de la galería se encuentran una serie de cuadros con los que Baselitz ofrece un homenaje a grandes pintores como Otto Dix, Marcel Duchamp, Piet Mondrian, Andy Warhol, Sigmar Polke, de Kooning y Munch. Una espléndida exposición.

jueves, 21 de julio de 2011

Andrea Chénier, Jean Paul Marat y Jacques Louis David, unidos en el lago Constanza

Estáis viendo La muerte de Marat, un espléndido óleo pintado en 1793 por Jacques Louis David. En él se representa el asesinato del político revolucionario jacobino Jean Paul Marat a manos de Charlotte Corday. Una enfermedad en la piel le obligaba a tomar frecuentes baños para aliviar los picores, y ese fue el momento elegido por Corday para matarle de una puñalada. Siempre me ha encantado este cuadro, la dulzura del rostro de Marat, la serenidad que transmite su expresión, y ese gesto de abandono a la muerte que recuerda al del Cristo de La Piedad de Miguel Ángel.



Ha sido el rostro de Marat, inmortalizado por David, el elegido como escenario por los organizadores de la representación de la ópera Andrea Chénier, su torso emergiendo de las aguas del lago Constanza, cerca de la localidad austriaca de Bregenz. Andrea Chénier, una ópera italiana compuesta por Umberto Giordano, se basa en la vida del poeta francés André Chénier, ejecutado en París en 1794 durante el periodo del Terror de la Revolución Francesa acusado de "crimenes de Estado". Chénier y David se conocían, ya que la madre del poeta organizaba tertulias literarias en su casa, a las que asistía regularmente el pintor. Me parece un hallazgo la idea de interpretar la ópera sobre un escenario que represente la muerte de Marat, ocurrida un año antes que la de Chénier. David, íntimo amigo del político jacobino, es el perfecto nexo de unión.

El espectáculo, sobre las aguas del lago, promete ser espléndido. Lástima no poder estar allí para disfrutarlo. Me quedaré con esta maravillosa interpretación de La mamma morta.

miércoles, 20 de julio de 2011

Christiania


Christiania es uno de los lugares más curiosos de Copenhague, un paraiso libertario dentro de la ciudad. Se encuentra en el barrio Christianshavn, creado por el rey Christian IV en 1600 para el desarrollo de la actividad comercial de los kobmendenses, unido a la City por el puente Knippels-Torvegade













En 1971, un grupo de hippies ocuparon una serie de barracones abandonados por el ejército danés y unas cuarenta hectáreas a su alrededor, se instalaron en ellas y proclamaron el "estado libre" de Christiania, negándose a pagar impuestos y promulgando sus propias leyes. El sueño libertario de una generación. Pese a la oposición de gran parte de la opinión pública, el Gobierno hizo la vista gorda y Christiania fue la Itaca de muchos jóvenes que defendían un tipo de vida alternativo.













En aquellos años, en Christiania imperaba el "buen rollo". Los pacifistas y los hijos del flower power vivían y dejaban vivir. Pero las cosas fueron degenerando y, del consumo de hachís y marihuana de buena calidad se pasó al trapicheo con drogas duras. Christiania se convirtió en refugio de yonquis.













Pero sus habitantes tomaron cartas en el asunto y prohibieron su consumo en el barrio, estableciendo vigilancia para evitar la entrada de camellos.













Debo confesar que me encanta el aire que se respira en Christiania. Me gusta la gente que elige una vida alternativa y la lleva a cabo. Paseo entre árboles y barracones cubiertos de grafitis, veo a grupos sentados charlando, algunos fumando, otros vendiendo bisutería, camisetas o discos tras sus tenderetes.

























La bucólica tranquilidad que se respira paseando por las calles desaparece al llegar a la zona de los bares y los tenderetes. Se concentra tal cantidad de gente charlando y bebiendo que casi debes ir pidiendo permiso para seguir caminando. Mucha gente joven, pero también personas mayores con aspecto de supervivientes de los años sesenta.













Os muestro las fotografías que pude tomar, pese a que me habían advertido que lo les gustaba ser fotografiados. Lo pude comprobar. Muy educadamente me pidieron que me abstuviera y tuve que dejarlo. Imagino que estarán cansados de ser tratados como atracción turística. De algún modo, es como visitar el Pleistoceno. Pero a mi me resultó rejuvenecedor. Soy una sentimental.

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martes, 19 de julio de 2011

Copenhague, caminando por la ciudad


Muy cerca de la escultura de La sirenita, al final de un camino que bordea la costa, en el noreste de Copenhague, está el Parque Churchill, uno de los lugares más bonitos de la ciudad, donde se encuentra el Museo de la Resistencia y un monumento a los daneses de las Brigadas Internacionales que lucharon en nuestra Guerra Civil en el bando republicano. En la parte inferior del monolito, los nombres de los lugares donde tuvieron lugar las batallas más importantes: Teruel, Belchite, Ebro... y Jamara, en vez de Jarama.


























Un pueblo que sabe hacer buen uso de sus jardines, es un pueblo civilizado. Ni un papel en la hierba, ni una lata, ni siquiera las consabidas colillas de cigarrillos. Una delicia pasear por estos cuidadísimos parques. A la derecha, no podía faltar un homenaje a las amazonas. Abajo, a la izquierda, los jardines del palacio de Rosenborg, del que os hablaré en otro momento, y a la derecha una terraza en el Parque Churchill. Después de la caminata (este parque está exactamente en el punto opuesto al lugar donde me alojo, y para llegar a él fue necesario atravesar todo el centro de la ciudad), disfruté de un delicioso helado observando a esta familia.














Quizá las mejores casas de Copenhague se encuentren en esta zona, en los alrededores del Palacio de Amalienborg, residencia de la familia real desde 1794. Antes de esta fecha ocupaban el Palacio Rosenborg. Me pareció espléndida la calle Kongensgade, una de las que unen el parque con la Plaza de Kongens Nytorv, donde se encuentra el Charlottenborg, palacio barroco construído en 1683 como residencia de la reina Carlota Amalia de Hesse-Kassel, esposa de Cristian V y madre de Federico IV. Un palacio precioso, hoy sede de la Academia de Arte. Es esta una plaza rodeada de fantásticos edificios: El Hotel d'Angleterre, un impresionante edificio blanco construido en en siglo XVIII; la Mansión Thott, de 1685, hoy sede de la Embajada de Francia; el victoriano Magasin du Nord, uno de los grandes almacenes más antiguos de Europa (fantásticas rebajas, no me resistí a comprar); el Teatro Real y el Teatro de la Ópera. En las fotografías, el hotel y los grandes almacenes.














A pesar de los coches que veis en la imagen de la derecha, la mayor parte de los kobmendenses se desplazan en bicicletas, que forman verdaderos enjambres en los semáforos y ocupan zonas de aparcamiento en las plazas. Verles circular por la ciudad, a veces precedidos de un carrito donde transportar a niños y bebés, me recordó las marabuntas de motos que atraviesan Hanoi, de las que os hablé en un comentario que encontrareis en la parte inferior derecha del blog, y en las entradas que hice sobre Vietnam.














Casas notables, calles señoriales, pero el Copenhague más encantador está en las callecitas de casas pintadas de colores, en los alrededores de los canales. La imagen inferior derecha corresponde a un cine que se encuentra en una placita arbolada muy cerca del Tivoli, al final de Vesterport.


























No recuerdo el nombre de este precioso canal, pero está delimitado por las calles Borsgade y Ved Stranden, frente al puente que une la City con la isla Christianshavn.













Y cierro con el Tívoli, quizá el parque de atracciones más famoso del mundo, en funcionamiento desde mediados del XIX. Se encuentra en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Plaza Radhus. El interior es un mundo. Además de las imponentes atracciones (me quedé horrorizada viendo a la gente joven subirse a monstruosas norias, montañas rusas, olas y demás artefactos terroríficos), cuenta con varios restaurantes, cafés y bares, todos con las consabidas terrazas, dispersas entre fuentes y jardines. Lo más encantador, el teatrillo al aire libre donde una compañía de pantomima representaba la opereta de Mozart, Pantaleón y Colombina.



























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