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martes, 19 de julio de 2011
Copenhague, caminando por la ciudad
Muy cerca de la escultura de La sirenita, al final de un camino que bordea la costa, en el noreste de Copenhague, está el Parque Churchill, uno de los lugares más bonitos de la ciudad, donde se encuentra el Museo de la Resistencia y un monumento a los daneses de las Brigadas Internacionales que lucharon en nuestra Guerra Civil en el bando republicano. En la parte inferior del monolito, los nombres de los lugares donde tuvieron lugar las batallas más importantes: Teruel, Belchite, Ebro... y Jamara, en vez de Jarama.
Un pueblo que sabe hacer buen uso de sus jardines, es un pueblo civilizado. Ni un papel en la hierba, ni una lata, ni siquiera las consabidas colillas de cigarrillos. Una delicia pasear por estos cuidadísimos parques. A la derecha, no podía faltar un homenaje a las amazonas. Abajo, a la izquierda, los jardines del palacio de Rosenborg, del que os hablaré en otro momento, y a la derecha una terraza en el Parque Churchill. Después de la caminata (este parque está exactamente en el punto opuesto al lugar donde me alojo, y para llegar a él fue necesario atravesar todo el centro de la ciudad), disfruté de un delicioso helado observando a esta familia.
Quizá las mejores casas de Copenhague se encuentren en esta zona, en los alrededores del Palacio de Amalienborg, residencia de la familia real desde 1794. Antes de esta fecha ocupaban el Palacio Rosenborg. Me pareció espléndida la calle Kongensgade, una de las que unen el parque con la Plaza de Kongens Nytorv, donde se encuentra el Charlottenborg, palacio barroco construído en 1683 como residencia de la reina Carlota Amalia de Hesse-Kassel, esposa de Cristian V y madre de Federico IV. Un palacio precioso, hoy sede de la Academia de Arte. Es esta una plaza rodeada de fantásticos edificios: El Hotel d'Angleterre, un impresionante edificio blanco construido en en siglo XVIII; la Mansión Thott, de 1685, hoy sede de la Embajada de Francia; el victoriano Magasin du Nord, uno de los grandes almacenes más antiguos de Europa (fantásticas rebajas, no me resistí a comprar); el Teatro Real y el Teatro de la Ópera. En las fotografías, el hotel y los grandes almacenes.
A pesar de los coches que veis en la imagen de la derecha, la mayor parte de los kobmendenses se desplazan en bicicletas, que forman verdaderos enjambres en los semáforos y ocupan zonas de aparcamiento en las plazas. Verles circular por la ciudad, a veces precedidos de un carrito donde transportar a niños y bebés, me recordó las marabuntas de motos que atraviesan Hanoi, de las que os hablé en un comentario que encontrareis en la parte inferior derecha del blog, y en las entradas que hice sobre Vietnam.
Casas notables, calles señoriales, pero el Copenhague más encantador está en las callecitas de casas pintadas de colores, en los alrededores de los canales. La imagen inferior derecha corresponde a un cine que se encuentra en una placita arbolada muy cerca del Tivoli, al final de Vesterport.
No recuerdo el nombre de este precioso canal, pero está delimitado por las calles Borsgade y Ved Stranden, frente al puente que une la City con la isla Christianshavn.
Y cierro con el Tívoli, quizá el parque de atracciones más famoso del mundo, en funcionamiento desde mediados del XIX. Se encuentra en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Plaza Radhus. El interior es un mundo. Además de las imponentes atracciones (me quedé horrorizada viendo a la gente joven subirse a monstruosas norias, montañas rusas, olas y demás artefactos terroríficos), cuenta con varios restaurantes, cafés y bares, todos con las consabidas terrazas, dispersas entre fuentes y jardines. Lo más encantador, el teatrillo al aire libre donde una compañía de pantomima representaba la opereta de Mozart, Pantaleón y Colombina.
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¡qué placer estos posts de viajes! mi esposa es bisnieta de dinamarqueces, su bisabuela tuvo un amor que no fructificó con Rabindranat Tagore y después de aquello quedó desolada y soltera. vivió el resto de su vida en compañía de su único hermano, soltero, que estudió cello con Pablo Casals, en una casa muy hermosa. cuando murieron la casa fue donada al estado! nos quedamos sin herencia!!
ResponderEliminarHermosa historia, un perfecto argumento para una novela. No te decides a escribirla? Un gran abrazo y muchas gracias por compartirla con nosotros
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