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miércoles, 26 de mayo de 2010
El Delta del Mekong
El Delta del Mekong es una belleza. El río, uno de los mayores del mundo, se divide en dos al llegar a Laos, luego en nueve en Vietnam, y se subdivide en lo que ellos llaman "canales", que forman una red de hasta 3000 km. El bosque tropical cae literalmente al río. Navegamos primero en una barca por uno de los brazos del Mekong, dos km. de ancho, con islas en el medio, como en el Rhin. El viento riza la superficie del agua, y nos salpica. Nos envuelve un olor dulce y caliente. En la orilla, manglares, palmeras, cocoteros, plátanos, y una planta preciosa, de grandes hojas, que crece flotando en el agua y tapiza grandes superficies como una alfombra verde. Es tan tupida que las embarcaciones amarradas a la orilla parecen estar vadadas en tierra firme.
El río está muy transitado. Pescadores con sus redes, pequeñas barcas de transporte, como la nuestra, gabarras. Una de ellas transporta arena de los sedimentos del río, que un chico, con las piernas descalzas, humedece para que el viento no se la lleve, con agua que saca del río llenando un caldero, inclinándose sobre él desde el borde de la embarcación, en equilibrio inestable. Se entrevé entre los manglares tejados de palma seca. El olor es muy intenso, a bosque, a miel, a fruta.
Luego en una canoa por los canales que serpentean en el bosque. Dirige la embarcación una joven, casi una niña, de pie en el borde, sirviéndose de unos remos en forma de aspa. Va descalza. La canoa surca suavemente el río. Nos cruzamos con otras embarcaciones como la nuestra, generalmente dirigidas por mujeres. Algunas transportan niños, alguna anciana, frutas y hortalizas, enseres domésticos. Todas sonríen y saludan al pasar.
Desembarcamos y caminamos por pequeños senderos abiertos en esta tupida red vegetal. La vegetación parece querer aprisionarte, pero no se percibe como amenaza. Las chicharras cantan enloquecidas. Vuelan unas enormes mariposas negras, preciosas. Junto a los cocoteros y los manglares, tamarindos, papayas, mangos, piñas, plátanos. El olor se intensifica. Hace mucho calor, la humedad pega la ropa a la piel. Pero esta exuberacia resulta magnífica.
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http://www.youtube.com/watch?v=o6TJ6FjKdFs
ResponderEliminarEsto...por ejemplo.
me encanta este cuaderno de bitácora que estás haciendo del viaje, y las fotos son increíbles!!
ResponderEliminarme has recordado un poema, que seguro que conoces, de Konstandinos Kavafi, aunque en realidad no habla de ningún viaje, pero me encanta!!
Cuando partas hacia Itaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y al furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano haya en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Itaca te recompense.
A Itaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Itacas.