A partir de entonces se dedicó a mostrar el rostro de los sin rostro, traer al primer plano a aquellos a los que procuramos evitar por la calle, a los que ni vemos ni escuchamos. Viajó por Europa y Estados Unidos, estableció contacto con cuantos parias del mundo halló a su pasó, les escuchó, les conoció, y luego los inmortalizó con su cámara.
El tratamiento de las imágenes no ahorra dramatismo. Elige el blanco y negro, coloca a sus modelos ante una superficie oscura, los ilumina y espía el gesto que, a su entender, mejor los define. Y nos asombra descubrir que esos bultos a los que ignoramos cuando caminamos tienen facciones, emociones, biografías. Nos complace cuando el arte nos los devuelve en papel. Así somos.
Phil Collins nos lo cuenta a través de su música. Another day in Paradise.
Recorriendo blogs me encontre con la suerte de encontrar el tuyo
ResponderEliminarPues bienvenida a Mi casa,que espero desde ahora sea la tuya. Un abrazo
EliminarTremendas las fotografias que nos traes, Sol. Nos obligan a una reflexion muy necesaria. Gracias por descubrirnoslas. Un beso.
ResponderEliminarSí, terribles. Este es un mundo de locos. Un beso, David
EliminarMe encantan tus posts, siempre los reblogo en mi blog. De donde eres? Saludos desde nueva york:-)
ResponderEliminarMuchas gracias, Francis. Vivo en Madrid. Espero verte por Mi Casa a menudo. Un abrazo muy fuerte
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