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domingo, 23 de marzo de 2014

"Deshinchado", de David Trueba

Es fácil observarlo. Los globos cuando se deshinchan provocan más ruido. Algo así pasa con el patriotismo, que suele ser inverso al patrioterismo. Este último presume de fortaleza y mete mucho ruido, pero en realidad está deshinchando lo que dice defender. No hay más que oír las defensas retóricas de la Constitución, mientras la verdadera defensa del texto brilla por su ausencia ya sea en los desahucios o la protección de los servicios públicos. Una imagen perfecta de este fenómeno donde el ruido impide ver la pérdida de poder es la nueva legislación de urgencia para boicotear la justicia universal. En la anterior legislatura, los dos partidos mayoritarios pactaron un limado de competencias para salir del paso de las presiones israelíes en un caso concreto rodeado de muerte de civiles ignorado por la jurisprudencia de aquel país. Pero ahora la solución, en busca de agradar de manera sumisa a la autoridad china, nos lleva a un atolladero donde están en peligro los derechos de nuestros propios ciudadanos.

Dos jueces, Pedraz y Andreu, han sido los primeros en apuntar hacia el vaciado de la Constitución que conlleva plegarse a los deseos de las grandes potencias económicas en nuestro ordenamiento jurídico. Mientras generamos una alarma ridícula sobre nuestras fronteras valladas con alambradas y por defender la integridad nacional estamos dispuestos a saltarnos unos mínimos de protección de los derechos humanos, hemos puesto en venta la nacionalidad española, que puede comprar cualquier turbio millonario con tal de que adquiera una propiedad en nuestro suelo. La doble vara de medir utiliza el patrioterismo, pero sienta las bases del trato diferente a ricos y a pobres de una manera tan transparente que da náuseas.


Renunciar a ejercer la justicia contra los acusados de asesinar a cuatro religiosos españoles en El Salvador nos debería hacer pensar. Archivar la causa que trata desde hace años de esclarecer la muerte de José Couso en Bagdad rebaja nuestra dignidad de país. Ya estamos acostumbrados a que presuman de patriotismo quienes manejan cuentas en Suiza y caja B. Mientras muchos aseguran defenderla, la Constitución se vacía cuando niega el amparo a sus ciudadanos. Pero estamos demasiado distraídos con el ruido del globo como para ver que en realidad se está deshinchando.

David Trueba, diario El País, 21 de marzo de 2014

3 comentarios:

  1. "These boots are made for walking", cantaba Nancy Sinatra por los años sesenta. Hoy es una apacible septuagenaria que vive discretamente en un chalet de Pozuelo de Alarcón. Nadie en la urbanización sabe la verdadera identidad de la cantante. Por uno de esos azares que jalonan mi peripecia vital he dado con ella y la visito un par de veces al año. Creo que me tiene algo enamorado... Ha sido la mejor cantante pop de la segunda mitad del siglo XX. Además era bellísima, toda dientes cuando sonreía, con aquella mirada siciliana de los Barbato y ese andar un poco encogido de daddy Franky. Pero ella cantaba mucho mejor que su padre.
    En los años setenta abandonó los USA y vino a España. Primero a un caserío de Lekeitio; después compró un olivar en Jaen y embotelló aceite de oliva. Fue entonces cuando, al ver la penuria de los obreros del campo andaluces, tomó conciencia y se afilió a la Liga Comunista Revolucionaria, en la que llegó hasta el Secretariado en el cónclave de Matalascañas. Años después lideró una escisión por la izquierda que resultó fallida y se apartó de la política activa. Ahora vive en Pozuelo de Alarcón.
    Y allí la visitaba servidor ayer tarde (no tuve tiempo para pasar por Olavide), entre copas de orujo de Don Benito y el humo de unos apestosos Ducados (se fumó un paquete en el tiempo que estuve con ella).
    Y charlamos largo y tendido sobre la insufrible situación de este país... Mientras hablábamos, lanzaba furtivas miradas a una pantalla de PC que mantenía encendida: creo que era el programa de PUBLICO.es "La Tueka", porque el que hablaba era el Monedero. Súbitamente, hizo un aspaviento con las manos y derramó el orujo sobre la mesita de metacrilato. Se le encendieron las mejillas y un reflejo homicida le hacía chiribitas mafiosas en las pupilas, que eran como cabezas de alfiler (es miope y llevaba puestas unas gafas de cristales como culos de sifón: ¿alguien sabe lo que es un sifón?). Y me espetó:
    - Sois unos capones los españoles, unos cobardes de mierda.
    -Whay, Nan?
    Ese cerdo de Ignacio González os llama nazis primos hermanos de Amanecer Dorado y se os escapa entero...
    -Nan, somos un pueblo pacífico y responsable y no reaccionamos con violencia a las provocaciones fascistoides.
    -¿Sabes una cosa? Si volviese a calzarme las jodidas botas te juro que no iba a conformarme con ponérmelas para caminar; iba a deshacérmelas a patadas en el culo del cabronazo ese de Ignacio González... ¿Qué miras así, cabestrillo?
    Y golpeó con el puñito sobre un vaso de chupito y se hizo una heridita con una esquirla de vidrio. Menos mal que siempre llevo un botiquín en la cartera. Le puse un poco de povidona y una tirita king-size.
    Luego se calmó y me quiso compensar con un beso de tornillo (besa muy bien esta septuagenaria, sí).
    Desde ayer me martillea el pensamiento una palabra: cabestrillo, cabestrillo, cabestrillo.


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    1. Mira tú, no sabía que tenía a Nancy de vecina. Cantaba bien, sí (recuerdo sus duos con el padre), pero mejor que Franck, nadie. Solo Elvis se le acercaba. Por otra parte tiene razón la rubia: tenemos el alma acolchada. Pero no perdamos la esperanza. Ya es primavera en el Corte Inglés.

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  2. Je,je,je,je... Qué iba a cantar bien, señora mía. Usted se cree cualquier embuste con tal de que se lo cuenten con aplomo.
    Ingenua que es usted, Madeleine. No se fíe nunca de los marineros (malgre lui) en tierra.
    Pero el beso que le mando es sincero.

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