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martes, 30 de abril de 2013

En el aniversario de Cavafis

De un cajón
(Enero 1923)

Pensaba colocarla en una pared de mi cuarto.

Pero la echó a perder la humedad en el cajón.

No pondré en un marco esta fotografía.

Debí guardarla con cuidado.

Estos labios, este rostro-
¡Ah, si por un día solo, solo por un
instante, volviera su pasado!

No pondré en un marco esta fotografía.

Sufriría de verla tan dañada.

Además, aunque no estuviera dañada,
me angustiaría estar pendiente de que, por azar,
una palabra, el tono de mi voz me traicionase-
si por ella alguna vez me preguntaran.


Uno de mis libros más queridos, la Poesía completa de Cavafis en la edición de Alianza del año 1982. Un libro repleto de esquinas dobladas, subrayados, asteriscos y notas en los márgenes. Un poemario que me acompañó en mi primer viaje a Grecia, a mediados de los 80. Ayer se cumplieron 80 años de su muerte y 150 de su nacimiento. Sirva como homenaje este precioso poema.

8 comentarios:

  1. He de confesar que hasta hace muy poco no he estado preparado para este autor. Ahora apenas puedo leer algún poema suelto pues lo que antes no me llegaba ahora me perturba en extremo.
    Gracias por el poema
    Un abrazo

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    1. La poesía honda es perturbadora, verdad? Me encanta que lo hayas disfrutado. Un abrazo muy fuerte

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  2. Querida Sol, releyendo a Cavafis a quien tenía olvidado, encontré estas líneas de un poema: "Los hombres conocen los hechos que ocurren al presente.
    Los futuros los conocen los dioses, plenos y únicos poseedores de todas las luces.
    De los hechos futuros los sabios captan aquellos que se aproximan. Sus oídos a veces en horas de honda meditación se conturban.El misterioso rumor les llega de los acontecimientos que se aproximan."
    Me pregunto a quiénes Cavafis llama dioses y a quiénes considera sabios...
    El inconsciente puede conocerse, si uno lo permite,y allí guarda todo lo que existe bajo el sol,lo que cada uno de nosotros tiene como futuro.
    Hay quienes le temen y no desean saberlo, y otros dicen: "Sí,así me preparo para cuando llegue".
    Existe el determinismo y entre un hecho y otro, el libre albedrío.
    Quizás parezca que juego con el misterio o que desvarío con disquisiciones filosóficas; pero, no.Lo viví.
    Y Cavafis dice en otro poema:

    MONOTONÍA
    A un día monótono otro
    monótono, invariable sigue: Pasarán
    las mismas cosas, volverán a pasar -
    los mismos instantes nos hallan y nos dejan.
    Un mes pasa y trae otro mes.
    Lo que viene uno fácilmente lo adivina:
    son aquellas mismas cosas fastidiosas de ayer.
    Y llega el mañana ya a no parecer mañana.

    Y aquí aparece la causalidad. Los hechos del futuro son consecuencia de los hechos del pasado. Muchos besos y abrazos, querida amiga.

    Celia Romero

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    1. Qué espléndidos y enriquecedores son siempre tus comentarios, Celia. Cuánto me gusta tenerte por aquí. Que todos los dioses te sean propicios. Un abrazo enorme

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    2. F. (que quiere tirar la muralla)16 de mayo de 2013, 9:58

      Este Kavafis mío era uno de aquellos inocentes que cantaba lo de "Cierra la muralla" en los saraos sociatas. Y no reparaba en el muro que estaban levantando en torno suyo, sillar a sillar, aparejado con el mortero filesérico; o con el que en generosas partidas venía de Washington, vía Bad Godesberg; o con aquel otro que las altruístas corporaciones donaban para que el zigurato de la libertad creciera y creciera...
      Pero el buen Kavafis tenía la mente puesta en otro muro que urgía demoler (así se lo hicieron ver amigos clarividentes), y no reparaba en el que crecía en su vecindad.
      Y un buen día el muro germano del oprobio cayó por tierra, hecho un montón de escombros (uno de aquellos cascotes pasó a ocupar un espacio en el estante del cuarto de Kavafis, al lado del retrato del Che Guevara).
      Y al gritar su entusiasmo, notó que el eco le devolvía su efusión. Y fue entonces cuando reparó por primera vez en el hosco muro que crecía al lado de su casa.
      No le dio mayor importancia.
      Hoy, el ingenuo Kavafis sufre la angustia de verse rodeado de una muralla ciclópea (piensa que más robusta que la de Micenas), que le escatima hasta los rayos del sol.
      En el pueblo de Kavafis empiezan a llamarlo el Muro de la Vergüenza.
      Decía un viejo huraño, vecino suyo, que al otro muro, el que demolieron hasta los cimientos en la belicosa Prusia, le cuadraría bien el nombre de Muro de las Lamentaciones.
      Abre la muralla, buen ilota.

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    3. De murallas y hombres.... Siempre deberíamos tener despierta la mirada y el mazo preparado. Esto no tiene fin. Abrazos, Federico.

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