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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hölderlin, "Hyperion, o el eremita en Grecia".


Nuestras almas tenían que atraerse con tanta más fuerza porque hasta entonces habían estado cerradas contra nuestra voluntad. Nos encontrábamos como dos torrentes que ruedan desde lo alto del monte y echan fuera de si la carga de tierra y piedras y madera podrida y el inerte caos que los frena para abrirse paso el uno hacia el otro y llegar a confluir en aquel punto donde, atrapándose uno al otro con la misma fuerza, unidos en una misma corriente majestuosa, comienza su peregrinaje hacia el inmenso mar.

Hölderlin, Hyperion, o el eremita en Grecia


Leo este maravilloso libro mientras viajo por Grecia, en septiembre de 1986. Según mi cuaderno de bitácora, sentada en una piedra en el Santuario de Apolo, en Delfos, leo el texto que os he transcrito. Y concluyo:

Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.

2 comentarios:

  1. Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
    debes rogar que el viaje sea largo,
    lleno de peripecias, lleno de experiencias.
    No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
    ni la cólera del airado Posidón.
    Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
    si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
    emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
    Los lestrigones y los cíclopes
    y el feroz Posidón no podrán encontrarte
    si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
    si tu alma no los conjura ante ti.
    Debes rogar que el viaje sea largo,
    que sean muchos los días de verano;
    que te vean arribar con gozo, alegremente,
    a puertos que tú antes ignorabas.
    Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
    y comprar unas bellas mercancías:
    madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
    y perfumes placenteros de mil clases.
    Acude a muchas ciudades del Egipto
    para aprender, y aprender de quienes saben.
    Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
    llegar allí, he aquí tu destino.
    Mas no hagas con prisas tu camino;
    mejor será que dure muchos años,
    y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
    rico de cuanto habrás ganado en el camino.
    No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
    Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
    Sin ellas, jamás habrías partido;
    mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
    Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
    Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
    sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

    Konstantínos Kaváfis.

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