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viernes, 25 de abril de 2014

New York y Central Kávéház, dos cafés literarios

Los cafés de Budapest, junto con los balnearios (de los que os hablaré en los próximos días), los lugares con mayor encanto de la ciudad. Ya que estamos viviendo la celebración de los libros (con el IVA impuesto por el Gobierno no sé qué podemos celebrar, pero no quiero ahora chafaros la fiesta), comenzaré mostrándoos los dos cafés literarios con más solera de la ciudad. Sobre estas líneas, el extravagante Café Nueva York, inaugurado en 1894, y más abajo el Central Kávéház, de 1887.












El Café New York se convirtió enseguida en el centro cultural de la ciudad, lugar de encuentro de un buen número de escritores húngaros, desde Kosztolányi y Endre Ady a Gyula Krúdy y Ferenc Molnár. Este último, dramaturgo residente en el Teatro de la Comedia, protagonizó una anécdota famosa en la ciudad, pues el día que se inauguró el café tiró las llaves al Danubio para que no cerrara jamás. El caso es que durante décadas permaneció abierto las veinticuatro horas del día. Su decoración, de estilo renacentista, resulta un tanto recargada, y nada conserva de la atmósfera que un día le hizo famoso. Pero creo que es un lugar de obligada visita.













Mucho más encantador resulta el Central Kávéház, centro de reunión de intelectuales y literatos, al igual que el New York. Tanto el dramaturgo Sandor Brody como el novelista Kálman  Mikszáth eran clientes asiduos. Aquí se editaron dos revistas prestigiosas en su época: Nyugat (Oeste) y A Hét (La Semana). Hoy, a media tarde, es frecuentado por grupos de señoras en busca de sus deliciosas pastas, aunque, como veis, todavía es capaz de inspirar a algunos. "Mi café es mi castillo", afirmó el escritor Dezso Kosztolányi. Debe serlo a la vista de la concentración de la que disfrutó el caballero de la derecha.










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