Budapest cuenta con varios balnearios bellísimos (en unos días os mostraré Széchenyi, en el Parque Municipal), pero los Baños Géllert está considerado como la catedral de los balnearios europeos. Fue construido, aprovechando la calidad de sus aguas termales, en 1918, y ampliado en 1927. Posteriormente se edificaría el hotel del que hoy forma parte. La temperatura de sus ocho piscinas termales oscila entre los 26 y 38 º y su agua es rica en calcio, magnesio y carbonato de hidrógeno.


Allí nos dirigimos una mañana y os recomiendo la experiencia. Nunca había estado en un balneario. Sí fui asidua de un baño turco los veranos que pasé en Rabat, hace muchos años, y resulta una experiencia agradabilísima y vivificante. El lugar es realmente hermoso, cuidadísimo, y los días laborables no está atestado de gente. Personas mayores, gente joven. Una delicia.