Este museo tiene varias cosas que me resultan muy atractivas, al margen de su espléndida colección de arte (Guernica incluido) y de sus siempre interesantes exposiciones temporales, que nos permiten hacernos una idea de las inquietudes artísticas más vanguardistas vigentes fuera de nuestras fronteras: su librería, su patio interior y la terraza, un lugar perfecto para descansar después de la visita, leer mientras tomas una cerveza y contemplar Madrid.
El espacio que ocupa la terraza es fantástico: acero y cristal, líneas y ángulos puros mientras el vidrio refleja el desorden de los tejados madrileños, coches y árboles, luz y sensualidad entre tanta pulcra exactitud.
Estoy en el llamado Edificio Nouvel, la ampliación del museo realizada en 2001 por el arquitecto Jean Nouvel, adaptado a la fachada sudoeste del Edificio Sabatini, antiguo Hospital de San Carlos mandado construir por Carlos III al arquitecto Francisco Sabatini, un edificio de estilo neoclásico que funcionó como centro sanitario hasta 1965. Su remodelación como museo corrió a cargo de Antonio Fernández Alba, en 1980.
El patio del Edificio Sabatini es una delicia. Imprescindible sentarse en un banco a la sombra, con el relajante sonido de las fuentes al fondo. Dos espléndidas esculturas acompañan a las fuentes: Carmen, de Calder, abajo a la izquierda, y Homenaje a San Juan de la Cruz, de Chillida, a la derecha.
Cuantos recuerdos me ha traido tu entrada, que envidia (sana) me das. Cuantas horas felices pasadas entre sus paredes. Cuanto lo echo de menos. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encanta haberte traído buenos recuerdos. Ya sabes, vente a Madrid. Un abrazo
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