Kirchner, extraordinaria exposición en la Fundación Mapfre

Ernst Ludwig Kirchner, uno de los pesos pesados del expresionismo alemán, el alma mater del Grupo Brücke (El Puente) que revolucionó el mundo de la pintura (aunque más adelante abominara de él), un pintor extraordinario de bastísima obra, este verano protagoniza una de las exposiciones más hermosas que he visto en mucho tiempo, la organizada por la Fundación Mapfre en Madrid.














Aunque por complacer a su familia Kirchner estudió arquitectura, ya desde muy joven tuvo clara su vocación artística. Deslumbrado por Van Gogh y los fauvistas, se ve su influencia en su obra temprana: preeminencia del color, que se yuxtapone en bloques de tonalidades puras; ausencia de perspectiva; pinceladas rápidas y sueltas y lienzo empastado, que pronto desaparecerá suavizando la textura al mezclar los pigmentos con gasolina y ganar en untuosidad.

La exposición se organiza por orden cronológico, de manera que se puede seguir con facilidad la evolución del pintor y la influencia que sus avatares vitales y los acontecimientos históricos dejan en su obra. Es cierto que muchos de sus cuadros poseen tal vehemencia expresiva que te contagian su vitalidad. Esa explosión de color, la libertad que desprenden. Pero enseguida se palpa un cierto dramatismo, algo desgarrado, más patente a partir de 1914.

Me encantan sus pinturas berlinesas, sus grupos de mujeres en la calle, mujeres del gran mundo, elegantes y sofisticadas, seguras de sí mismas, caminando muy erguidas por las calles de Berlín. Kirchner, cada vez más nervioso, sustituye las líneas redondas y voluptuosas de los cuerpos femeninos de su época de Dresde por las figuras hieráticas y duras de las berlinesas. En el plano privado, en 1911 se había separado de Dodo, con quien había compartido su vida en Dresde, y se había unido a Erna Schilling. "La configuración del cuerpo humano fue fuertemente influida por mi tercera mujer, una berlinesa, que desde ese momento compartió mi vida, y por su hermana. Los cuerpos bellos y enérgicos, arquitectónicamente construidos, de estas dos muchachas, reemplazaron los blandos cuerpos sajones." Abajo podéis ver un retrato de Dodo, a la izquierda, y de Erna, a la derecha.















Seguimos en otra entrada, uno de estos días.