"Un objeto no puede sentirse ofendido. Tampoco una idea. Por
mucho que lo intentemos, ni una mesa se dará por injuriada ni el concepto
“libertad” creerá que lo hemos menospreciado.
“Ofender” se define en el Diccionario como “humillar o herir
el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o
con hechos”. “Ultrajar” equivale por su parte a “ajar” o “injuriar”, donde
“ajar” se corresponde con la acepción de “tratar mal de palabra a alguien para
humillarle”; y donde “injuriar” equivale a “ultrajar”; y “ultrajar”, a
“despreciar o tratar con desvío a alguien”. Definiciones todas ellas en las que
el indefinido “alguien” solo puede referirse a personas.
“España” es una palabra que representa una cosa o una idea:
o bien un territorio físico o bien el concepto espiritual de una nación.
“España” no tiene emociones, ni ojos, ni boca, ni brazos ni axilas, ni rodillas
ni corvas. ¿Cómo se podría entonces ofender a España, según señala un proyecto
de ley, si España no es “alguien”, sino “algo”? España o la bandera son algo
que amamos, algo que nos une o nos separa, no son alguien que sufre, que hace o
deshace (salvo en usos metafóricos que representen a unas personas; por
ejemplo, si decimos: “España es alguien en el fútbol mundial”).
Los sentimientos de España, como el fútbol de España, solo
se pueden residenciar en los españoles (y en los futbolistas españoles). Está
claro que “España” somos los españoles. Pero los españoles mostramos gran
variedad de pareceres tanto a la hora de pedir los cafés (“yo quiero un cortado
descafeinado con leche fría, en vaso y con azúcar moreno”) como en todo lo que
concierne a los asuntos públicos (“yo me siento más de mi región que de mi
pueblo, pero más de mi pueblo que español, y un poco más español que de mi
provincia”).
Entre esos tipos de españoles se encuentran los que se
molestan con facilidad y también los que, por el contrario, piensan que la
palabra perro nunca les muerde.
Entonces, ¿cómo se pueden regular las ofensas y los ultrajes
a España, a la bandera, a las comunidades y, ya puestos, también a los
ayuntamientos, las diputaciones, las comarcas, las vegas y los valles?
Malamente.
El filósofo británico John Austin (1911- 1960) nos enseñó
que una cosa es decir palabras; otra hacer con palabras, y una tercera hacer al
decir palabras.
En los tres casos decimos palabras, pero las consecuencias
difieren. Si pronunciamos “te felicito”, hacemos con palabras, pues en la
oración “te felicito” va el mismo acto de felicitar. Pero si nos dicen “te
regalo este libro”, se precisan la palabra y el libro para hacer al decir,
porque lo uno sin lo otro no completa la acción.
Así que no todas las palabras consiguen por sí mismas lo que
se proponen. Puedo pronunciar “te doy las gracias”, y en ese momento estoy
agradeciendo. Pero si digo “te persuado”, tal vez no esté logrando persuadir a
nadie, porque para ello hace falta que el receptor dé sentido al verbo.
Está en marcha una ley que se prevé incluya palabras
desviadas de su significado, como “ofender” o “ultrajar”; verbos que tampoco se
realizan por sí mismos, sino que necesitan la contribución del complemento que
recibe la acción. Y los complementos de esta ley no pueden contribuir a ello
porque no son personas.
La bandera, la palabra “España” (o “Cataluña”, o “Galicia”)
representan ideas, y como ideas reciben ataques que no son en sí mismos
injuriosos contra nadie, no son personales. Quien se envuelva en la bandera se
estará arrogando como ultraje personal lo que solamente se expresó como
desacuerdo democrático, por desagradable que nos parezca. Pero esa futura ley
no defiende la bandera ante las ofensas, sino más bien determinadas ideas ante
las críticas.
Ni el término “gato” araña ni la palabra “hielo” enfría. Y
quemar una bandera es quemar una bandera, no quemar a quienes amamos una
bandera. Así es la libertad de expresión, así es la democracia, así es el
lenguaje. Y si usted discrepa, queme este artículo. No será ninguna ofensa."
Alex Grijelmo, diario
El País, 12 de enero de 2014
Cada vez me dan mas grima las banderas, las patrias y las fronteras. ¿Me estaré haciendo mayor?. Desde este lecho tomado por los virus inquiero. :P
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