El pintor de la imaginación y el subconsciente, poseedor de un universo personalísimo, enigmático, misterioso, Odilon Redon ha sido todo un descubrimiento. La Fundación Mapfre ha organizado una magnífica muestra de su obra.
"Tras un esfuerzo por copiar minuciosamente una piedra, un perfil o cualquier otro objeto de la vida viva o inorgánica, siento llegar una evolución mental; entonces tengo la necesidad de crear, de abandonarme a la representación de lo imaginario. Dosificada e infundida de otra manera, la naturaleza se convierte en mi fuente, mi levadura, mi fermento. Por este origen considero mis invenciones verdaderas", manifestaba Redon. Mientras sus colegas se volcaban en el impresionismo, él caminó en solitario por el mundo de los sueños, creando las bases para el movimiento simbolista, los nabis y el surrealismo.
La exposición es apasionante, adentrarse en su mundo una aventura llena de sorpresas y descubrimientos. Su amistad con el botánico Armand Clavaud, quien le enseñó experimentos científicos, a mirar a través del microscopio, las teorías de Darwin y le hizo participar de una concepción panteísta de la naturaleza, marcaría su obra. Enamorado del aguafuerte, gran admirador de Durero y Rembrandt, la exposición nos muestra varias de sus series más características, entre las que se encuentra En el sueño, a la que pertenece el dibujo que veis arriba a la derecha. También me fascinaron sus dibujos de arañas, amables e inquietantes a un tiempo.
A la izquierda, Busto de mujer desnuda, de perfil hacia la izquierda, y a la derecha un aguafuerte perteneciente a la serie A Edgar Poe, cuyo título es El ojo, como un globo grotesco, se dirige hacia EL INFINITO. En ocasiones los títulos de los dibujos componen un poema, como en el caso de la serie homenaje a Goya, compuesta por seis litografías: "En mi sueño, vi en el cielo un rostro misterioso/ La flor del pantano, una cabeza humana y triste/ Un loco, en un paisaje apagado/ Hubo también seres embrionarios/ Un extraño malabarista/ Al despertar divisé a la diosa de lo inteligible, con perfil severo y duro".
"Mi padre me decía a menudo: "¿Ves esas nubes? ¿Distingues como yo sus formas siempre cambiantes? Y me mostraba entonces, en el cielo mudable, la aparición de unos seres extraños, quiméricos, maravillosos. (...) Toda mi originalidad consiste, pues, en hacer vivir humanamente a seres inverosímiles, poniendo en lo posible la lógica de lo visible al servicio de lo invisible." Arriba a la izquierda El pólipo deforme llegaba por las riberas, cual suerte de cíclope sonriente y horrible, perteneciente a la serie Los orígenes. Me maravillan sus títulos; ellos sitúan al personaje representado dentro de una historia, le otorgan personalidad y sentido. Nada es gratuito en Redon, todo tiene un significado profundo, un mundo detrás de cada imagen.
A partir de 1890 fue evolucionando paulatinamente hacia el color, que terminó enseñoreándose de toda su producción posterior. Sin dejar de ser enigmática, la dulzura fue calando en sus cuadros. A esta etapa pertenece el cuadro con el que abro el comentario, Ojos cerrados. La exposición da perfecta cuenta de esta evolución, hasta llegar a los murales que pintó para decorar algunas estancias del castillo del barón Robert de Domecy. Entrar en estas salas resulta sorprendente. De repente, una explosión de color y delicadeza. Jardines, marinas, mariposas, frutas, flores y plantas, esa relación panteísta con la naturaleza de la que antes os hablaba y un sentido poético que recuerda a los paisajes japoneses. No dejéis pasar esta exposición, merece la pena descubrir a un artista tan especial.
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