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sábado, 24 de marzo de 2012
Londres cultural, algunas exposiciones imprescindibles
Lo tenía organizado: del 5 al 8 de abril coinciden en Londres una serie de exposiciones que me encantaría visitar, y pretendía, ilusa de mí, no perderme. El viaje se ha ido al garete, pero os lo cuento por si alguno de vosotros tiene la oportunidad y las ganas. La National Gallery organiza una exposición que promete, Turner inspired: in the light of Claude, en la que enfrenta obras de Turner con las correspondientes del que fue su maestro, Claudio de Lorena, un pintor que me gusta especialmente. Sobre la influencia de uno sobre otro ya os hablé cuando traje a Mi casa la exposición Turner y los maestros. En la Tate se expondrán 150 obras, bajo el epígrafe Picasso&Modern Art, que pretenden indagar en la relación entre la obra del artista español y la de Henry Moore, Francis Bacon, Lucian Freud o David Hockney. De estos dos últimos se ofrecen dos monográficas que me muero por visitar: David Hockney 150 obras en la Royal Academy of Arts; y Freud 150 retratos en la National Portrait Gallery. Para darle un toque sicodélico al recorrido, la Tate Modern ofrece las instalaciones de la artista japonesa Yayoi Kusama y, aprovechando la ocasión, una retrospectiva a Damien Hirst.
Tengo verdadero interés en ver la exposición de Hirst. Quiero saber qué sensación me produce, por qué despierta esa pasión entre alguna gente sesuda. El Cultural del diario ABC dedicaba hace unos días unas páginas a Hirst y a Ai Weiwei, haciendo elegir entre ambos a algunos ilustres expertos en arte contemporáneo. Comenzaba el estudio con unas palabras de Laura Revuelta: "El arte contemporáneo será mediático o no será". Como frase queda bien, pero me parece una soberana estupidez. Y después a vueltas con el dios mercado. Javier Montes, crítico de arte, señala, refiriéndose a Hirst, que "nadie como él ha sabido llevar hasta las últimas consecuencias la idea del marqueting como una de las bellas artes". Qué ganas de epatar. Todos se refieren a él con un desprecio reverente que me desconcierta. Solo Rafael Doctor Roncero no se anda con tapujos: " El inglés supone para mí la sublimación de todo lo que más aborrezco del mundo contemporáneo, donde ética y moralidad desaparecen ante la omnipresencia de un mercado y una especulación atroz en la que parece basarse todo. Hirst nos escupe a todos a la cara al tiempo que ensancha sus bolsillos utilizando como herramienta un cinismo transparente con el que buena parte de la humanidad parece confesar". No puedo estar más de acuerdo. Para mí, Hirst personifica quizá como nadie el desastroso mundo que nos ha tocado vivir, un mundo en el que todo es mentira, un mundo en el que vivimos de espaldas al valor y solo nos interesa el precio. Este mercado al que le resulta indiferente vender naranjas o aire ha encumbrado los engendros paridos por Hirst y les ha colocado la etiqueta de obra de arte. Y en seguida una troupe de especuladores, de nuevos ricos snobs y epatantes lo han elevado a las alturas. Precios astronómicos por objetos que carecen de valor. Un tal Larry Gagosian, mercader de arte, es uno de los responsables de tamaña fechoría.
Como veis, soy un saco de prejuicios. Por eso mi interés en colocarme ante una de sus obras y ver qué pasa. Pero tendrá que ser en otra ocasión.
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