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sábado, 3 de marzo de 2012
La Filarmónica de Londres me descubre la Sinfonía "Manfred", de Tchaikovsky
Precioso concierto el que nos ofreció el jueves la Filarmónica de Londres, dirigida por Vladimir Jurowski, en el Auditorio de Madrid. El programa era un lujo: para empezar, el Concierto para violín y orquesta de Re mayor de Brahms, con Joshua Bell como solista, y después del descanso una sinfonía de Tchaikovsky que no conocía Manfred. Romanticismo a tope.
"Brahms y Tchaikovsky realizaron la más difícil y fructífera de las labores que un compositor podía llevar a cabo en su época, finales del XIX: introducir el apasionado Romanticismo en los moldes formales de un Clasicismo lleno de equilibrio y solidez. Y no hay en el gran repertorio sinfonías o conciertos que, sin traicionar en ningún momento las exigencias formales del género, más impregnadas estén de lirismo y pasión que las sinfonías y conciertos de estos dos compositores. Desde muy distintos ángulos y con muy diversos resultados, como es lógico en dos creadores con personalidades e historias tan distintas, pero con la misma potencia y perfección. Nadie, en este final del XIX, encarna mejor que ellos la expresión pathos romántico: dudaríamos en si adjudicársela antes a Brahms que a Tchaikovsky, o viceversa, pero a nadie antes que a ellos", afirma el crítico musical Carlos de Matesanz en el programa.
Soy adicta a Brahms, creo que os lo he confesado muchas veces. Escucho sus cuatro sinfonías a menudo, y me ayudan a vivir. Sus conciertos y sonatas me entusiasman, así que disfruté horrores de este Concierto para violín y orquesta, más aún contando con el virtuosismo de Bell con el violín. Fue el violinista y compositor austriaco Joseph Joachim quien le inspiró el concierto. Brahms solía componer por el verano, cuando se retiraba a Pörtschach am Wörthersee, en los Alpes austriacos donde, según el compositor, las melodías parecían crecer como las flores en la pradera y había que ir con cuidado para no pisarlas. La música de Brahms actúa en mi como un bálsamo, y siempre la agradezco.
Sé el efecto que Brahms me produce, no hay sorpresas, así que la conmoción llegó de la mano de Tchaikovsky. No conocía Manfred, y me encantó. Curiosamente este poema de Lord Byron fue también el inspirador de Schumann para el poema sinfónico del mismo título que escuchamos hace unos días y del que os hablé en su momento. Quizá influida por la información del programa, que leí antes de comenzar el concierto, me resultó fácil imaginar los paisajes y situaciones en los que se inspira cada movimiento, y me sumergí en la música desde el primer acorde. Carlos de Matesanz, para el primer movimiento, sugiere seguir los pasos de Manfred por un paisaje alpino y sus tormentos al recordar el rostro de su amada Astarté, pero también sus luchas y remordimientos, de ahí la sucesión de momentos de gran lirismo con otros sombríos y amenazadores. Y estos versos: "Por tu corazón de hierro y tu sonrisa de víbora, por tus ardides fatales, por tus miradas engañosas, por tu alma hipócrita, por tus artificios seductores y tu falsa sensibilidad, por el placer que encuentras en el dolor de los otros, por la fraternidad con Caín, vengo a condenarte a que seas tú mismo tu infierno."
Os dejo el arranque del primer movimiento, en dos entregas.
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