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domingo, 18 de marzo de 2012
Coviella
Coloco las fotos que veis, las que ilustrarán el comentario sobre mi última escapada a Asturias y mi visita familiar a Coviella, y me levanto desasosegada alejándome del ordenador. Picoteo en mi biblioteca, en busca de nada, y llama mi atención la colección de los Cuadernos del Norte, una revista cultural asturiana nacida de la mano de Juan Cueto Alas en los años 80, que agrupó a los intelectuales más importantes del país. Sentada en el suelo hojeo el número 4. Andrés Carbayu, un poeta asturiano desconocido. Efectivamente, al menos para mi. Reproduce tres poemas. Uno de ellos, Nostalgia de Asturias:
Por los campos -allá-, por verdes lomas.
Pomaradas. Y nubes. Luz del llanto.
¡Esa estrella incipiente! Casi canta.
¿Huele el aire? No sé... Algo en lo alto...
¿Y por qué tanto asombro, tal dulzura?
(Vaga el alma entre brumas del pasado).
Vaga el alma entre brumas del pasado. Un día radiante de marzo que huele a primavera, toda Asturias salpicada de mimosas estallando en amarillo, ni una nube en el cielo, vuelvo a Coviella, una pequeña aldea del Concejo de Cangas de Onís enclavada en un amplio valle, entre el Pico Faes y el Sella. Al fondo, los Picos de Europa, aún nevados. Bajo el sol la nieve parece un manto de plástico denso y brillante. Esta aldea está íntimamente unida a mi historia familiar, no siempre felizmente. Vaga el alma entre brumas del pasado.
El portón que da acceso al Palacio de los Faes está abierto así que nos aventuramos en el jardín. Se trata de un precioso palacio del barroco asturiano, de planta rectangular, adaptado a la pendiente del terreno, de manera que mientras la fachada principal consta de tres plantas la posterior sólo tiene dos. La entrada principal se resalta con molduras de orejas barrocas y, sobre ella, un balcón volado y el escudo de armas de los González de Argandona y los de Baillo.
Me entusiasman estos palacios asturianos, palacios rurales de una sobriedad y señorío muy de mi tierra. Comunica con una capilla fundada en 1739, y dedicada a San Ramón, por medio de una galería aérea que conduce al coro. No pudimos acceder a la capilla, pero parece ser que entre las losas de su pavimento se conservan varias lápidas funerarias con los enterramientos de algunos miembros de la familia fallecidos en el siglo XVIII. En el testero, un retablo barroco con una imagen de Cristo flanqueada por dos tallas de San Antonio de Padua y Santa Bárbara.
Edificaciones auxiliares, hórreo, un enorme y precioso jardín rodeando el palacio, una zona de boj que me trae olores de infancia, la hierba salpicada de margaritas. Deambulo. Necesito pisar esta tierra, ella me nutre.
Seguimos caminando por el pueblo. El palacio de las Quesada. Casonas de labor. Olfateo el aire. Me empapa la sensualidad de esta primavera. Y el silencio, extendido por el valle como una manta, solo roto por las esquilas de las vacas y los ladridos de algún perro alertado por nuestra presencia.
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Perfecto, ASTURIAS patria querida..... por eso y mucho más estoy de nuevo en "casa".Beso.
ResponderEliminarvoy a ir este verano de vacaciones, no conozco esta zona.
ResponderEliminarEl año proximo estare por alli. Soy Hugo N Cubiella, Argentino, Ciudadano de Asturias de parte de mi abuelo Juan Antonio Coviella Suarez, nacido en Ribadesella en 1895 y fallecido en Mar del Plata Argentina en 1993, Llegarè hasta allì en busca de mis raices. Abrazos
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