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jueves, 1 de marzo de 2012

"El espía", de Justo Navarro


"El tiempo se perdía, agua de un grifo que gotea incluso cuando uno no lo ve, o no oye el goteo, o lo oye pero lo olvida en la rutina brutal del campo de instrucción. Volvía el sol, el aire soplaba suave al pie del monte Taishan, se sentía el mar cerca. De las ciénagas llegaba aire caliente. Los presos trabajaban y se regeneraban, esclavos aprendiendo esclavitud. El soldado Abner miraba la pala para ver si se movía sola o por el poder de la mente, telequinesia: la conciencia es energía. Los presos construían y reparaban las alambradas y los postes que protegían el DTC contra las fugas. Eso también lo había visto antes, en otro sitio, en una pared: los guardianes a caballo, los obreros que tendían alambres. Todo eso lo había visto ya, en otro tiempo. Lo había visto en una pintura de Francesco del Cossa, en Ferrara: jinetes que salen de cacería a caballo en la corte de Borso d'Este, en el siglo XV, y el duque Borso en la puerta del tribunal donde ha administrado justicia, los obreros que podan la vid como quien repara una alambrada, la matanza de patos, los perros perseguidores de liebres. Había visto su vida futura escrita en los frescos de Francesco del Cossa en el Palazzo Schifanoia de Ferrara, hacía muchos años. Estaba viendo su vida pasada e irredimible en los negros que saltaban obstáculos incansablemente en el campo de entrenamiento, y en los negros que levantaban postes y tendían alambre de púas en forma de horcas. Y aquella construcción de la alambrada del DTC era una operación de desguace de quienes eran o habían sido sus constructores, Green, Crawford, Williams la Reina, Blood y Slaughter. Llevaban el nombre escrito en el pecho y en la espalda del uniforme, y había uno que era exactamente igual que Henry Crowder, el pianista amante de Nancy Cunard, la amante de Pound en París. Estaban levantando un monumento a su vida de los últimos veinticinco años."


















A estos maravillosos frescos renacentistas se refiere Justo Navarro en el texto que os ofrezco, las escenas que recuerda Ezra Pound, prisionero en un campo penitenciario para soldados norteamericanos cercano a Pisa, donde comenzó a escribir sus Cantos pisanos. Teje Navarro un relato como un juego de espejos, en el que el fascista, antisemita, propagandista del Eje Berlín-Roma, admirador apasionado de Hitler y Musolini, el Pound más extremista puede derivar en héroe del contraespionaje. Una novela muy entretenida que ha despertado mi curiosidad sobre el poeta modernista, del que sé muy poco. Rebuscando, encuentro una foto y un poema. Este rostro enloquecido del Pound encarcelado me fascina.

Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.

Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
Monté en cólera cuando te mencionaron
En oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
Que el mundo se trocara en hoja seca,
O en un vilano al viento,
Para que yo pudiera encontrarte de nuevo
Sola!

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