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miércoles, 13 de junio de 2012

Mi Hopper

Este cuadro de Edward Hopper da la bienvenida a mi casa. A mi domicilio real. Es "mi cuadro". Su reproducción, se entiende. Cuelga en el descansillo de la escalera y es lo primero que ves al salir del ascensor. Yo soy esa mujer leyendo sentada en la cama de una habitación de hotel. Pero también soy todas y cada una de las mujeres que Hopper lleva a sus lienzos: la que viaja en el tren, la que mira por la ventana, la que toma una copa en el bar, la de la sala de espera, la del teatro. Mujeres solas, no mujeres tristes. Mujeres que miran hacia dentro. Mujeres en silencio.


Hay veces en que una obra permanece en tu recuerdo para siempre, pasa a formar parte de ti y llega a convertirse en un paisaje íntimo. Lo mismo ocurre con algún poema, alguna música. Deja de pertenecer al pintor, al poeta, al músico: a eso se refieren cuando hablan de que el espectador, "el otro", completa la obra, que no adquiere su pleno sentido hasta que él la recrea. Hopper pintaba la soledad en las grandes ciudades, la soledad de la incomunicación y el desamor. Y solía elegir figuras femeninas para representarla.


Sin embargo yo no veo mujeres dolientes en sus cuadros. Veo mujeres solas, serenamente solas, soberanamente solas. Incluso cuando están acompañadas parecen haber cerrado el círculo a su alrededor. Mujeres "en-sí-mismadas". Quiero pensar que esas mujeres aman, ríen, lloran; comparten la vida con otros; tienen hijos, quizá nietos. Pero Hopper las pinta cuando son más ellas, cuando se miran y se escuchan, cuando respiran sosiego.


Me emociona pensar que en unos días podré ver muchos de los cuadros que sólo conozco a través de los libros. Ojalá la marabunta de visitantes que se esperan no me impida gozarlos. Os lo contaré.

2 comentarios:

  1. Hooper y sus mujeres darían para varias tesis. Así que me tomo la libertad de dejar aquí mi visión: las mujeres de Hooper son mujeres maduras enfrentadas a la soledad, seguramente voluntaria, quizás no, pero sin miedo. Es la mujer en plenitud pero el mismo borde de la soledad más absoluta.

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  2. coincido en que no denotan abandono, sino eleccion, eligen la soledad, aunque a veces parecen reflexionar sobre su elección, no es algo que les paso, es algo que buscaron. feliz o tristemente, o mejor, humanamente.

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