Como la hormiga testaruda lleva su carga sosteniéndose en ella
así te encuentro siempre abrazada a una lágrima,
a una lágrima tuya que no has llorado todavía,
que no quieres llorar,
que no puedes llorar porque es más grande que tu cuerpo,
y no la puedes contener como el mundo no contiene su noche,
y te apoyas en ella, sin llorarla, para que siga estando junta,
y duermes a su lado vigilándola un poco,
y la sostienes en tus brazos, sin llegar a abarcarla, como el raíl sostiene el tren,
y la proteges con tu vida de la profanación
para que el mundo, pequeñito, no la pueda enjugar en su pañuelo.
Luis Rosales
No hay comentarios:
Publicar un comentario