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domingo, 4 de abril de 2010
La solitude organisative, de Miquel Barceló
Este es el título de la exposición de la obra de Barceló que está teniendo lugar estos días en la sede de la Fundación La Caixa, en Madrid. Una exposición fascinante, de un poderío extraordinario. Este es el primer deslumbramiento que os ofrezco: algunos de estos cuadros son de una belleza que te clava en el sitio y te deja allí, desconcertada y profundamente conmovida.
La solitude organisative es también el título del primer cuadro que te encuentras al comenzar el itinerario, a mi juicio uno de los más impactantes de la muestra. Ya lo había visto reproducido en libros y en alguna revista, y me había fascinado, pero no estaba preparada para encontrarme ante él. Se trata de un gran simio, un gorila, parece, sentado en medio de nada, o de todo, en la cima del mundo. En realidad es un autorretrato del pintor. Aunque solo fuera por contemplar este cuadro merece la pena acercarse a la exposición. Es brutal. Tanta belleza. Todo estalla en este cuadro, que sin embargo representa la quietud, la armonía. Parece estar construido a arañazos, a golpes. La pintura tiene una textura orgánica, una materialidad que te invita a alargar la mano y acariciar esa piel tan maltratada. Me fascina Barceló. Me encantaría verle trabajar, observar su relación con el lienzo. Esta exposición es toda pasión.
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Este cuadro es una preciosidad,lo único que conozco de él es la cúpula de la ONU que me parece increible.Intentaré ir a verla.
ResponderEliminarDesde la premura que me impone la oficina te diré que la quietud que exhala el cuadro, me inquieta. Manías que tiene uno. Y no es por el entorno en el que ahora me encuentro, sino más bien por algo atávico y difícil de explicar, la aversión a los espacios vacíos y reducidos en las que un objeto, o uno mismo, tiene en su centro su lugar. Inquietante, sí, para mí. Inquietante como cuando uno mira una puesta de sol y escucha el silencio, sintiéndose el centro del Universo para bien o para mal, como un elegido para la gloria o el fiasco. Sin embargo, sí, destila paz y quietud. La propia de lo inevitable. Curiosa obra.
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