Hace unos años, no recuerdo cuantos, visité Praga con una de mis hermanas. Una vez instaladas en el hotel nos lanzamos a la calle, a caminar la ciudad. Recuerdo que cruzamos el puente de Carlos y enfilamos por una calle que desembocaba en la Plaza del Ayuntamiento Viejo, para mi una de las plazas más bellas del mundo. Habíamos caminado bastante (nuestro hotel estaba en Nové Mesto, al otro lado del río) y nos decidimos por hacer un alto en un café. Veladores negros, sillas de rejilla y en las paredes reproducciones de las fotografías de Jan Saudek. Todas en blanco y negro. Quisimos comprar alguna, pero no estaban a la venta.Son hermosas las obras de Saudek? Sin duda, pero no desde una óptica convencional. Saudek indaga en la belleza y en la fealdad, en la ternura y la degeneración, en la vileza y la espiritualidad. En su obra lo abyecto y lo sublime se dan la mano. Puedes amarla o rechazarla, desde lugo a nadie dejará indiferente. Y lo que parece estar fuera de toda duda es que estamos ante uno de los creadores más personales, auténticos y descarnados del panorama artístico europeo actual. He elegido, como botón de muestra, dos fotografías amables, dos de mis favoritas.
Qué pena me da que haya tantísimas miradas que no alcancen a distinguir más allá de la cortedad de sus narices. Allá ellos, que se pierden tantos matices valiosos que ampliarían sus horizontes y el ámbito de sus sentidos.
ResponderEliminarAhora desconectaré los míos. Son las 4 de la madrugada. Hora de dormir.