Llegué a creer que la felicidad
no es un asunto de los seres humanos
Y le llamé conocimiento
a una escarcha diaria y contagiosa
cuyo nombre es claudicación
Por todas partes me salían camaradas
veían grandeza en mi preocupación
llamaban madurez a mi infortunio
La miseria siempre ha gozado
de un raro y comunal prestigio
Ahora, cuando tu piel me dio el coraje
para agredir a la resignación
y bramar por la dicha en medio de las plazas
seres, instituciones, todo
me rehuye o me segrega
todo se aparta de mi lado, hiedo
Soy un peligro público que expande
la pestilencia de la libertad
Félix Grande
Me gusta mucho el gris. Para vestir. Por fuera. Por dentro estoy descubriendo muchos otros matices, no sólo del gris, sino de otros coloridos que jamás consideré.
ResponderEliminarLa felicidad podría ser el retrato de una mujer que, a fuerza de golpes propinados por la vida y quienes se niegan a intentar y dejar ser felices, convierte sus trazos realistas y armónicos en cubistas.
Pero siempre hay excepciones. Como paletas de colores de libertad. Inigualables.
Un poema puede ser un espejo en el que vernos reflejados, un estanque vertical en el que zambullirnos.
ResponderEliminar¿Será necesario ahogarse para pasar al otro lado?