Perdido ando, señora, entre la gente
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos porque de mí no sois servida,
sin mí porque sin vos no estoy presente;
sin ser porque del ser estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin dios porque mi alma a Dios olvida
por contemplar a vos continuamente;
sin vida porque ausente de su alma
nadie vive, y si ya no estoy difunto
es en fe de esperar vuestra venida.
¡Oh, vos por quién perdí alegría y calma
miradme amable y volvereis al punto
a vos, a mí, a mi ser, mi Dios, mi vida!
Bernardo de Balbuena
La causante de los delirios amorosos de Bernardo de Balbuena es Doña Isabel de Tobar y Guzman, dama a la que muy probablemente conoce en Nueva Galicia (México) a donde viaja desde su Valdepeñas natal y donde se ordena sacerdote, hacia 1585. En aquellos años no es extraño que los clérigos dediquen poemas de amor, a veces muy subidos de tono, a la dama que pretenden. Ahí tenemos algunos espléndidos de Góngora, y el Desmayarse, atreverse de Lope de Vega, para mi gusto el más hermoso y exacto poema de amor de la literatura hispana.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarse y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor: quien lo probó lo sabe.
Delirio es sentir la corriente eléctrica que deja nuestro encefalograma plano para acoger, en un abrazo, el de la persona que nos enloquece. Haga lo que haga, sea lo que sea, pero siempre ella.
ResponderEliminarPor no frecuente, es una delicia. Por fortuna, sé qué es eso.