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viernes, 25 de junio de 2010

Fantástica Turner y los Maestros













He visto pocas exposiciones tan completas, tan inteligentemente planteadas y tan didácticas como Turner y los Maestros, que acaba de ser inaugurada en el Museo del Prado, comisariada por Javier Barón. Partiendo de la base de que ninguna obra artística nace de la nada, de que cualquier creación, por muy original y novedosa que resulte, tiene sus pies anclados en la tradición y en su piel la influencia de cuanto sucede a su alrededor (incluso Picasso, verdadero revolucionario del arte, bebe de incontables fuentes), esta muestra se plantea como objetivo desvelar las influencias que tanto los maestros consagrados como los artistas contemporáneos a J. M. W. Turner ejercieron sobre su obra. Y resulta apasionante. Turner estudió minuciosamente a los grandes de la pintura, asimiló su técnica e intentó emular su genialidad, con éxito dispar pero siempre con resultado apreciable, a veces sobresaliente. De este diálogo entre cuadros realmente excepcionales se alimenta la exposición.

El cuadro de la izquierda se titula Horno de cal en Coalbrookdale, y fue pintado por Turner en 1797. El de la derecha, Paisaje con el Descanso en la huída a Egipto, pertenece a Rembrandt (1647). La similitud es enorme. La misma composición, la misma paleta, idéntido estudio de la luz y sus reflejos. Hermosísimo el cuadro de Turner, sin duda, aunque, en mi opinión, muy pocos pintores pueden medirse con el maestro holandés.














En el Naufragio de un carguero, a la izquierda, Turner bebe de la fuente de Van de Velde al tratar la atmósfera y la luz, y logra una obra poderosa. Contemplándola, la impresión es fortísima. La fuerza de las olas, el furor de la tempestad, la escena es tan vívida que sientes la necesidad de retirarte para no ser engullido por el lienzo.

Así, Turner se va midiendo con pintores de distintas épocas y estilos diversos, desde Piranesi a Ruisdael, pasando por Rafael, Tiziano, Canaletto, Rubens, Watteau y un largo etcétera. Y nos da la oportunidad de contemplar obras de una belleza extraordinaria, como la Joven en la ventana, de Rembrandt, en la que Turner se inspira para crear su Jessica (a la izquierda).





















Y el enorme disfrute al contemplar esos grandes formatos de Turner, esos mares embravecidos, su maestría al tratar la luz, sus texturas, la pasión de sus pinceles, ese arrebato que dota a su obra de una fuerza extraordinaria. Como en este Tormenta de nieve. Una exposición para no perderse.


3 comentarios:

  1. No estará en la exposición, pero no puedo dejar de mencionar a el Temerario remolcado. Ninguna obra gráfica ha reflejado con tanta certeza y emoción el fin de una época; el último viaje de un navío de línea del siglo XVIII. Que lejos quedan aquellos gloriosos días...

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  2. Estas Navidades tuve la ocasión de visitar la National Gallery en Londres. Acababa de llegar y fué como recibir una sobredosis de belleza, sentirme rodeado de tanto color, de tanta textura. Pero por encima de todos dos Dioses marcianos me impresionaron, Murillo con su Santisima Trinidad en el cielo y en la tierra (http://www.nationalgallery.org.uk/paintings/bartolome-esteban-murillo-the-heavenly-and-earthly-trinities), honestamente es imposible pintar mejor, y una tormenta de Turner "Dutch Boats in a gale"... ( http://www.nationalgallery.org.uk/paintings/joseph-mallord-william-turner-dutch-boats-in-a-gale-the-bridgewater-sea-piece)cuando me di cuenta estaba sentado frente a este último cuadro con lagrimas de emoción en los ojos.

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    1. Te comprendo perfectamente, primo. Un artista como tú es capaz, como nadie, de captar la belleza. Un beso enorme

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