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viernes, 18 de junio de 2010
Ronnie Lee Gardner es ejecutado en Utah. Alguien escribirá una nueva "La canción del verdugo"?
Esta noche han fusilado a Ronnie Lee Gardner, en el estado norteamericano de Utah, cumpliendo así la condena impuesta por haber asesinado a un abogado al tratar de escapar de un tribunal de Salt Lake City, dónde se le juzgaba por matar a un camarero. Ronnie tenía 49 años, y él mismo eligió morir por fusilamiento y no por inyección letal.
Parece ser que Gardner contaba con un largo historial delictivo. Estos son los datos: a los 10 años ya era adicto a la heroina y al LSD, en vista de lo cual se le envía a un centro siquiátrico, pese a que los estudios médicos afirman que no tiene ninguna dolencia síquica. Allí permanece internado hasta la adolescencia, cuando se le pone en la calle y es víctima de abusos sexuales, no sabemos hasta qué edad. Cometió su primer asesinato a los 23 años.
No puedo evitar recordar a Gary Gilmore, también ejecutado por el mismo procedimiento y en el mismo estado en enero de 1977. Norman Mailer lo convirtió en protagonista de su apasionante La canción del verdugo, una novela/reportaje de la talla de A sangre fría, de Capote. De la mano de Mailer, aquel despiadado asesino, capaz de matar a dos personas a sangre fría y sin motivo alguno, cobra humanidad ante los ojos del lector que acaba "sintiendo" su desesperanza, su atonía moral, su soledad. Desde su piel, todo se entiende. Siendo niño es testigo de las palizas que su padre infringe a su madre, cuando vuelve a casa borracho. Se escapa sistemáticamente del colegio, donde recibe castigos corporales, hasta que a los 10 años decide no volver y se dedica a vagabundear y robar en las casas. Es un niño malencarado, solitario y violento. Y triste. A los 14 es condenado a un año de reclusión por robar un coche. Cumple condena en el reformatorio de Oregón , donde es sodomizado y de donde sale lleno de rabia y estupor. A partir de entonces se suceden los delitos y las estancias en la cárcel, donde transcurre la mayor parte de su vida. En 1976, a los 36 años, consigue la libertad condicional, y se da cuenta de que no sabe vivir entre los demás. Se enamora. Vive su pasión con la misma violencia con la que odia. Y mata, sin saber por qué, quizá simplemente para librarse de la presión de ese odio hacia la vida. Es condenado a muerte y, a partir de ese momento, libra contra el Estado una singular batalla para que la pena se ejecute y no le sea conmutada, como pretenden todas las instancias oficiales. Gary Gilmore quiere morir y lucha por su derecho a hacerlo. Lo consigue un año después.
Parece que se repite la historia en la persona de Ronnie Lee Gardner. Después de 33 años, hemos avanzado algo?, han disminuido los asesinatos?, vivimos más seguros?.
Quizá un nuevo Norman Mailer se decida a contarnos la vida y la muerte de Gardner y, al convertirlo en un ente de ficción, podamos interiorizarlo y comprenderlo. Y quizá eso sirva de algo.
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