"Señores y sirvientes", de Pierre Michon

"Contemplo sus retratos contradictorios aunque, no obstante, en todos reconozco esos brazos azules, esos ojos velados, esa sacrosanta gorra. En éste, parece un personaje de icono, cualquier santo con nombre complicado, Nepomuceno o Crisóstomo, Abacir que entremezcla su barba florida con las flores celestiales; en aquel, es más bien un sátrapa con la barba de Assur, cuadrada y brutal, pero lo hastía tanta sangre derramada, se nota a la perfección que esos ojos tan abiertos querrían cerrarse, que esa alma querría entregarse y esa mirada invertirse ante tanto color amarillo como tiene detrás; en otro, se aviene a una mayor proximidad, se contiene para no reírse socarronamente, es mi abuelo, es un chuan, un empleado de Correos, es un día en que el pintor y él habían empinado el codo en demasía, y, por último, está al borde de esa zanja en que caen los borrachos a eso de las nueve de la noche.

















Pero en todos tiene la misma expresión inerme, empecinada en su indigencia y se lo nota, en último término, muellemente instalado en esa indigencia, con esa mirada pícaramente vivaracha y cerril que se intuye en los personajes secundarios de las novelas rusas, siempre dudando entre el Padre celestial y la botella terrenal, cohonestando ambos extremos con somera casuística, yendo de una a Otro, ora aquella, ora éste, sin mayor apuro. " (...)


















En Arlés, en 1888, coinciden Vicent Van Gogh y Joseph Roulin, empleado de correos, y se hacen amigos. Una y otra vez Joseph sirve de modelo al pintor.

(...) "Era alcohólico y republicano, es decir, que decía de si mismo que era republicano, y creía serlo, y era alcohólico, con una profesión de ateísmo que el ajenjo enardecía; que era destemplado en el hablar y muy buenazo, y de eso da fe su fraternal conducta para con el desventurado pintor. Lucía una frondosa barba en forma de hierro de laya, gustosa de pintar, todo un bosque; cantaba nanas muy antiguas y cariacontecidas, estribillos de gaviero; y Marsellesas; parecía ruso, pero Van Gogh no concreta si mujik o barín: y, a ese respecto, también los retratos adolecen de indecisión. Tenía tres hijos y una mujer desmoronada más que a medias." También a ella la retrata, a la izquierda con su hija Marcelle.

















He reproducido unos párrafos del texto que Pierre Michon dedica a Roulin, y a los retratos salidos de la paleta de Van Gogh, en su libro Señores y sirvientes. Un conjunto de narraciones con la pintura como telón de fondo, a través de la obra de Goya, Watteau, Piero della Francesca, Van Gogh y Claudio de Lorena. Lo que he leído hasta ahora me ha fascinado. Estoy segura de que os hablaré de este libro en más de una ocasión.