Covadonga: mi recinto sagrado

Desde Cangas de Onís, la carretera hasta Covadonga sube sinuosa, precavida, ofreciéndote ese paisaje de ladera montañosa, casi de desfiladero, tan habitual en esta tierra. Robledales, halledos, castañales. Pequeños prados de pasto. Alguna cabaña de piedra. De repente, en lo alto, se distingue la piedra rosada de la basílica.













Seas o no creyente, este es un lugar cargado de significación para los asturianos. Y quiero creer que mágico para los forasteros. El enclave donde se encuentra es impresionante, en lo alto de una montaña, rodeada de picos cubiertos de praderas y bosques. Aquí contruyeron esta básílica, quizá algo excesiva, para ofrecer culto a la Virgen de Covadonga, patrona de Asturias, cuya imagen se encuentra en una gruta excavada en la roca, no muy lejos de la Basílica. Según la tradición, aquí fué donde Don Pelayo y sus huestes rechazaron las avanzadas de los árabes, e iniciaron el primer reino de la España visigoda.
















Este lugar tiene para mi una significación especial, una carga emotiva de gran profundidad. Mi familia y, de alguna manera, mi vida, está ligada a este paisaje, a este culto, a esta Gruta abierta en el monte Auseva donde la pequeña imagen de la Virgen de Covadonga, pequeñina y galana, recibe cientos de visitas diarias. La fé de mis mayores, decía Antonio Machado. Conforme pasa la vida, ese amor a tus mayores se convierte en un paisaje común que te amalgama a un todo al que perteneces, algo mayor que uno mismo. Por eso esta entrada en mi blog es algo más, un homenaje, una declaración de amor, y de pertenencia.












Desde la Gruta unas escaleras te llevan a la fuente de los siete caños, donde dice la tradición que, si bebes de todos ellos, aguantando la respiración, te casas en el año. El río Orandi alimenta el estanque al que los visitantes hacen sus rogativas y lanzan monedas, como en la Fontana di Trevi. Aquí la visita se vuelve más folclórica, pero el entorno sigue siendo igual de espectacular. Desde abajo, la Gruta se abre, acogedora.

















No puedo resistirme. Aquí teneis el himno de la Virgen de Covadonga, interpretado por la Escolanía de la Basílica. No está completo, pero es igualmente hermoso.