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Háblame del mar, marinera. ¿Lo has conseguido ver entre la rompiente de niebla? A las claras pupilas que otean cada tarde el skyline de Madrí les ha de venir bien este colirio salino, que ablande los cristales de la mirada metropolitana. Pastora con imperio, Juliette Greco de Pilares, hermana bella de Gertrude Stein, del puente al Mayán de Tierra menudo pie te lleva. Y te detienes ante el crómlech de Fernando Alba y logras encuadrar en un tondo de acero cortén un container que va para el puerto de Amberes. Cuando llegas a la desgraciada mujer de Muriedas, convaleciente aún de las bárbaras mutilaciones de los dedos de las manos, miras mar adentro y ves la muralla de Jericó que levantaron los corruptos y que va a estar chungo hallar un trompetista que la sepulte en el mar: si el dique que construyeron los griegos en Ampurias aún está a la vista. ¿cuántos siglos resistirá a los embates del mar este muro de la vergüenza? Repuesta del enojo, lo de Noja. Antes, un vistazo al cilindro anti gravitatorio de Herminio, que sigue acumulando en su imán las monedas de la estulticia dispendiosa... Y allí te plantas, que las torneadas pantorrillas piden una tregua. Otro día has de subir al parque que hay en las alturas de cabo de San Lorenzo. Pero hoy mejor regresas. Déjame que te cuente, mi neña.
En esta ocasión no he completado mi paseo hasta más allá del camping, casi hasta la proa varada en el prao, allá arriba. Me ha sabido a poco esta escapada: demasiadas idas y venidas a Oviedo, poca soledad, y eso que tengo la capilla a mi vera. Pero he visto el mar, me he despertado con el graznido de las gaviotas y he podido saludar a mis recuerdos. Y poco más. Ya vuelvo al calor castellano, aunque enseguida represaré. Volveremos a encontrarnos. Y sígueme contando, limeño.
Háblame del mar, marinera. ¿Lo has conseguido ver entre la rompiente de niebla? A las claras pupilas que otean cada tarde el skyline de Madrí les ha de venir bien este colirio salino, que ablande los cristales de la mirada metropolitana. Pastora con imperio, Juliette Greco de Pilares, hermana bella de Gertrude Stein, del puente al Mayán de Tierra menudo pie te lleva. Y te detienes ante el crómlech de Fernando Alba y logras encuadrar en un tondo de acero cortén un container que va para el puerto de Amberes. Cuando llegas a la desgraciada mujer de Muriedas, convaleciente aún de las bárbaras mutilaciones de los dedos de las manos, miras mar adentro y ves la muralla de Jericó que levantaron los corruptos y que va a estar chungo hallar un trompetista que la sepulte en el mar: si el dique que construyeron los griegos en Ampurias aún está a la vista. ¿cuántos siglos resistirá a los embates del mar este muro de la vergüenza?
ResponderEliminarRepuesta del enojo, lo de Noja. Antes, un vistazo al cilindro anti gravitatorio de Herminio, que sigue acumulando en su imán las monedas de la estulticia dispendiosa...
Y allí te plantas, que las torneadas pantorrillas piden una tregua. Otro día has de subir al parque que hay en las alturas de cabo de San Lorenzo. Pero hoy mejor regresas. Déjame que te cuente, mi neña.
En esta ocasión no he completado mi paseo hasta más allá del camping, casi hasta la proa varada en el prao, allá arriba. Me ha sabido a poco esta escapada: demasiadas idas y venidas a Oviedo, poca soledad, y eso que tengo la capilla a mi vera. Pero he visto el mar, me he despertado con el graznido de las gaviotas y he podido saludar a mis recuerdos. Y poco más. Ya vuelvo al calor castellano, aunque enseguida represaré. Volveremos a encontrarnos. Y sígueme contando, limeño.
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