"Mientras no están juntos, viven un poco aturdidos,
dispersos, y el deseo es una jaula, una jalea, un magma que lo cubre todo.
Ella, desde su ciudad, le escribe contándole que cocinará fideos. Él, que irá
al supermercado. Omiten la circunstancia que rodea: las parejas, los niños.
Tienen una vida en común, y es esa: una vida hecha de cuartos de hotel que
desaparecen y aparecen como relámpagos, como mojones de una dicha interrumpida,
de una felicidad lunática. Ella siente que todos los lugares comunes del cine y
las novelas se hacen realidad (siente, por ejemplo, que se le podrían romper
los huesos de placer). Él siente que ella es todas las cosas que ni siquiera
sabía que quería.
Pero un día ella dirá algo que en realidad no cree, y él
dirá algo que en realidad no piensa. Y así es como termina todo. Y nunca nada
será tan bueno como eso."
Os ofrezco unos párrafos de Un mundo no tan imaginario, el relato de Leila Guerriero publicado en el diario El País el 16 de julio de 2013. En el enlace lo encontraréis completo. La ilustración que acompaña al texto es de Tomás Ondarra.
Leila se llamaba mi madre, siempre que ibamos al medico alguien le decia "que nombre mas bonito tiene usted, no es corriente en alguien de su edad" y ella siempre decia "me lo puso mi padre que lo leyó en una novela". Mi madre, pobrecilla, que apenas fue a la escuela pero cosia como Dior. Por cierto, aun no has recogido tu regalo de cumpleaños. Un beso, guapa.
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