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Prosiguiendo en su deambular sonámbulo tras la estela de Madeleine Elster, Scottie ha visitado la exposición de dibujos del Instituto de Jovellanos. Nada más entrar en la sala se dio de bruces con la obra de J.M. Navascués: tres acrílicos negros sobre papel y una serie de grafitos con veladuras de tinta aerografiada de una belleza sobrecogedora. Conocía muy bien la escultura en madera del artista y tenía por menor la gráfica..., hasta hoy que me he quedado anonadado ante tal belleza. Lo que me extraña -viniendo de ti- es que en tu post ni siquiera mencionabas a este artista. ¿Serían las prisas? ¿No habrás reparado en su obra por algún azar que desconozco? Cierto que Melquiades trae dos "Reflejos" que lo son de su destreza. Y que la serie de carboncillos de Pelayo Ortega para la serie de grabados Semblanza de Gijón" es muy buena (bastante mejor que algunos ensayos matritenses y posteriores del autor). Y que Orlando Pelayo hacía unas tiras de cómic interesantísimas, aparte de sus óleos complejos y expresivos. Una pequeña muestra de los acordeones desplegables del pobre J. Botas, fresca y elocuente. A Scottie le gustaron los dibujos de Moré, a quien no consideraba un pintor interesante. Hay una muestra de cómo Aurelio Suárez se dejaba de genialidades de artista ermitaño (y huraño) y se ponía a currar cuando le encargaban un trabajo bien remunerado; así resulta este correcto pero intrascendente boceto para un friso de un banco, plagado de tópicos y de alegorías trasnochadas. Conmovedores los dibujos de G. H. Robles en su espontaneidad y dramatismo, con una línea rota y nerviosa bien distinta a la de Moré. Un mural de texturas de María Jesús Rodríguez, que ya anticipaba sus maneras sobre cartón de embalaje. Antonio Suárez, esta vez con un par de retratos estupendos y unos paisajes urbanos de mérito (se ve que tenía fijación con los gasómetros: aquí trae uno de Barcelona). No sé si queda alguien por citar... Ah. sí: para que se vea quién manda aquí y para compensar los dibujos carcelarios de Moré y G.H. Robles (ambos perdedores en la Guerra Civil), un solitario y como acomplejado dibujo del artista (lo era sin duda) fascista Carlos Sáenz de Tejada. No sé por qué escribo todo esto; será para disolver el asco y la indignación que me queda tras leer el escrito de Trueba. El arte, refugio seguro cuando afuera llueve azufre incandescente y las gárgolas de las catedrales vomitan serpientes. Antes de salir a la calle, Scottie miró en torno suyo y se le aceleraron los latidos cuando creyó ver colgada de un pomo una little black jacket. Y le pareció que un tenue olor a violetas le acariciaba la pituitaria. Pero, no. Buenas noches,Madeleine.
Mi querido Scottie, no me extraña nada tu perplejidad ante lo que parece indiferencia hacia los dibujos de Navascués. Nada más lejos. Creo que ese conjunto de dibujos es lo mejor de la exposición, sin duda lo que a mí más me conmovió. Si te fijas, al final de mi comentario apunto que la exposición me deparó otras sorpresas y me emplazo a dar cuenta de ellas en otra entrada. El caso es que, con tantas idas y venidas, se me había ido el santo al cielo, de modo que agradezco en el alma tu recordatorio. Me pongo a ello sin dilación. Infinitas gracias. Encargo a mi8 palomita que deposite en tu mejilla dulces besos.
Prosiguiendo en su deambular sonámbulo tras la estela de Madeleine Elster, Scottie ha visitado la exposición de dibujos del Instituto de Jovellanos.
ResponderEliminarNada más entrar en la sala se dio de bruces con la obra de J.M. Navascués: tres acrílicos negros sobre papel y una serie de grafitos con veladuras de tinta aerografiada de una belleza sobrecogedora. Conocía muy bien la escultura en madera del artista y tenía por menor la gráfica..., hasta hoy que me he quedado anonadado ante tal belleza.
Lo que me extraña -viniendo de ti- es que en tu post ni siquiera mencionabas a este artista. ¿Serían las prisas? ¿No habrás reparado en su obra por algún azar que desconozco?
Cierto que Melquiades trae dos "Reflejos" que lo son de su destreza. Y que la serie de carboncillos de Pelayo Ortega para la serie de grabados Semblanza de Gijón" es muy buena (bastante mejor que algunos ensayos matritenses y posteriores del autor). Y que Orlando Pelayo hacía unas tiras de cómic interesantísimas, aparte de sus óleos complejos y expresivos. Una pequeña muestra de los acordeones desplegables del pobre J. Botas, fresca y elocuente. A Scottie le gustaron los dibujos de Moré, a quien no consideraba un pintor interesante. Hay una muestra de cómo Aurelio Suárez se dejaba de genialidades de artista ermitaño (y huraño) y se ponía a currar cuando le encargaban un trabajo bien remunerado; así resulta este correcto pero intrascendente boceto para un friso de un banco, plagado de tópicos y de alegorías trasnochadas. Conmovedores los dibujos de G. H. Robles en su espontaneidad y dramatismo, con una línea rota y nerviosa bien distinta a la de Moré. Un mural de texturas de María Jesús Rodríguez, que ya anticipaba sus maneras sobre cartón de embalaje. Antonio Suárez, esta vez con un par de retratos estupendos y unos paisajes urbanos de mérito (se ve que tenía fijación con los gasómetros: aquí trae uno de Barcelona).
No sé si queda alguien por citar... Ah. sí: para que se vea quién manda aquí y para compensar los dibujos carcelarios de Moré y G.H. Robles (ambos perdedores en la Guerra Civil), un solitario y como acomplejado dibujo del artista (lo era sin duda) fascista Carlos Sáenz de Tejada.
No sé por qué escribo todo esto; será para disolver el asco y la indignación que me queda tras leer el escrito de Trueba.
El arte, refugio seguro cuando afuera llueve azufre incandescente y las gárgolas de las catedrales vomitan serpientes.
Antes de salir a la calle, Scottie miró en torno suyo y se le aceleraron los latidos cuando creyó ver colgada de un pomo una little black jacket. Y le pareció que un tenue olor a violetas le acariciaba la pituitaria. Pero, no.
Buenas noches,Madeleine.
Mi querido Scottie, no me extraña nada tu perplejidad ante lo que parece indiferencia hacia los dibujos de Navascués. Nada más lejos. Creo que ese conjunto de dibujos es lo mejor de la exposición, sin duda lo que a mí más me conmovió. Si te fijas, al final de mi comentario apunto que la exposición me deparó otras sorpresas y me emplazo a dar cuenta de ellas en otra entrada. El caso es que, con tantas idas y venidas, se me había ido el santo al cielo, de modo que agradezco en el alma tu recordatorio. Me pongo a ello sin dilación. Infinitas gracias. Encargo a mi8 palomita que deposite en tu mejilla dulces besos.
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