Llegar a la playa, elegir un par de tumbonas (si hay suerte, las más próximas a la orilla) y darse el primer baño en estas aguas transparentes (si te fijas puedes contemplar los bancos de diminutos peces sorteando tus pies), aguas cálidas, quizá demasiado para una norteña acostumbrada a las gélidas aguas cantábricas. Tumbarse a la bartola entre el sol y la sombrilla, sacar de la bolsa el libro de turno ( ese que ya siempre olerá a salitre, con las tapas un poco arrugadas y huellas de crema) y leer. Leer. Un día entero entre el agua y el libro. La felicidad.
Las novelas policíacas y el verano playero forman un maridaje perfecto. Un bestseller lo suficientemente bien escrito para que suponga un disfrute, no un tormento. Mi libro de la semana ha sido La verdad sobre el caso Harry Quebert. Mañana os hablaré de él. Y lo mejor de mis vacaciones, compartirlas con una de mis hermanas. Quién da más?
No se puede pedir mas. Eso es la felicidad, Sol. Me alegra que lo hayais disfrutado. Un abrazo.
ResponderEliminarHa sido una delicia, David. Muchísimas gracias, un beso, guapo.
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