De Navascués conocía sus esculturas en madera, maravillosas piezas de gran belleza y sensualidad, pero no su pintura, quizá porque enseguida la abandonó para dedicarse a modelar. Y lo que he visto me ha maravillado. Trabaja las tintas, el grafito y los acrílicos. Es una lástima que las fotografías que tomé a hurtadillas no permitan haceros una idea de su belleza. Las dos tintas que veis sobre estas líneas, tituladas Beso y Sin Título están fechadas en 1968. Son dos pinturas de enorme magnetismo. Debajo, y abriendo el comentario, tres paisajes bellísimos. paisajes de la imaginación, espacios sutiles, transparentes, de gran lirismo.
Junto a la pintura de Navascués descubrí una serie de espléndidos dibujos de Mariano Moré que tampoco conocía. Traigo a Mi casa Refugiados y Reparto de rancho, de 1937, e Interior de la galería y Reclusos en la galería, de 1940.
Bien, Sol, yo hubiera escrito casi lo mismo que tú. ¿Seremos almas gemelas, Benvenuta? Obviamente, lo que acabo de escribir es un morboso y algo manido giro del Romanticismo: no existen las almas gemelas ni falta maldita que hace. No es preciso ser hermanos univitelinos para llegar a pensamientos y a elaboraciones estéticas idénticas..., aún tratándose de algo tan etéreo e inaprensible como es el arte, sobre todo el actual.
ResponderEliminarYa te había apuntado mi deslumbramiento por la obra gráfica de Navascués. Era casi inédita para mí, que tanto conocía su escultura en madera, delicada y de un virtuosismo de factura casi de orfebre. Lo conocí algo; sabía que la adversidad había hecho presa en su familia; me enteré -consternado- de su trágica muerte... Parecía que lo tenía todo al alcance de la mano pero la suerte se ensañó con él. Como con tantos otros que conozco. Quizá como conmigo mismo. Quizá.
Pero no quiero profundizar en el tema. Sólo decirte que hoy desayunaba en la terraza de mi isba, con un sol enardecido que hizo que hubiese de desplegar una sombrilla. Mis desayunos son frugales: un café cargado y unas tostadas con mermelada de naranja amarga ( mi predilecta: si algún día tengo el placer de dasayunar contigo, pues eso, ya sabes...). Y un puñadito de ciruelas claudias recién arrancadas del árbol. Chincha.
Y con un ojo sobre "La velocidad de la luz", de Javier Cercas. Acababa de leer su "Anatomía de un instante", un interesante y bien escrito ensayo sobre las horas que duró el golpe del 23-F. Me gustó y quise leer algo más del autor. Y elegí "La velocidad...". Confieso que, leídas sesenta o setenta págimnas, me enfrié un poco y pensé que iba a ser una decepción más..., pero al poco la narración remonta y cobra un interés inusitado. Y está bien escrita, que importa casi lo único. Me he propuesto leer a continuación "Soldados de Salamina", de la que tengo buenas referencias. Veremos.
Tú andarás por Mahón pero yo ya preparo mi bajada al moro, digo a Andalucía. Será para mediados de Septiembre.
Ya ves que soy ecléctico en los gustos y que no tengo carácter de rumiante, que está muy pagado del prado en donde pasta y que cree que fuera de allí todo es peor. Ya, que me vengan a mí con esas.
Un beso, M.
Te imagino mañanero, con el pelo revuelto y los ojos pitañosos, desayunando debajo del corredor el café con tostadas. Me encanta la naranja amarga, así que compartiré desayuno contigo.
EliminarCreo que te gustará Soldados de Salamina, es lo único que leí de Cercas que, por otra parte, me da bastante pereza. Ahora estoy terminando un bestseller veraniego que me trae loca. Ya ves, para ecléctica, yo. Te mando pringosos besos de mermelada. Ya me dirás cómo se comportó la palomita.
Comprendo, Sol, que te traiga loca la lectura de "Cincuenta sombras de Grey". Creo que es pasarse un tanto de eclecticismo. Sí. Tú verás.
ResponderEliminarLa paloma ha llegado esta tarde mientras tomaba un café en la terraza. Traía una ramita de olivo en el pico y plomo en las alas. Le extraje los perdigones que caían sobre el cristal con un tintineo igual al de las cuentas de un rosario musulmán que merqué en Alepo y que se desengarzaron, cuello de Penélope abajo, hasta golpear el pavimento esmaltado: ¡Clin!..., hasta tres veces.
Venía extenuada la paloma. Se había producido lo que tanto temía: había niebla en los puertos y bajaban los jirones hasta los valles litorales. Y se extravió la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al este y por la escotadura de una nube, sobre San Glorio, bajó al valle de la Liébana. Luego supe por un viajante de farmacia que la habían visto descansar en el tejado de Santa María de Lebeña, en pleno desfiladero de la Hermida, a eso de las cuatro de la tarde. Son perspicaces los viajantes de farmacia...
Llegó a mi casa y, ya digo, había paloma para poco. Noté que traía el pico brillante y que se le habían adherido a él briznas de plantas silvestres y minúsculas cascaritas de naranja amarga. Ladeó el cuello y se derrumbó sobre el servicio de café y la cabeza le quedó sumergida en el brebaje por beber. Cuando lo hice -después de retirar la mísera carcasa- noté que el café tenía el inconfundible aroma de las naranjas amargas de Sevilla. Hay pájaros que saben cumplir las encomiendas: este era uno.
Besos.
Mi pobre palomita, quién le habrá herido de ese modo! Ahora comprendo por qué me han huido esta mañana en la plaza, cuando suelen acompañarme en mi café y prensa matutino, zureando a mi alrededor, esperando ser la elegida para llevarte nuevas a tierras más verdes y dulces. Sólo un cuervo zaino ha aceptado el encargo, un cuervito de amarillos y avispados ojos que te envío con sabor a mermelada de grelos, otra exquisitez. Con mis besos
EliminarAdiós, Sol. Y buena suerte.
ResponderEliminarCómo que adiós? Vas a abandonar Mi casa a la que tanta alegría has proporcionado y que tanto ha disfrutado de tus comentarios? No lo quieran los dioses. Devuélveme una paloma portadora de buenas nuevas, y olvida las despedidas. Muchos besos
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