Carlos Boyero nos recuerda esta infamia en un artículo que publicó El País el 25 de agosto. Lo transcribo:
El horror
"Cuesta imaginar cómo pudieron sobrevivir durante una década la gente del Vietcong que hizo la guerra ocultándose en las toperas, túneles a lo largo de kilómetros, cercanos a Saigón, en los que vivían permanentemente y desde los que acosaban al Ejército norteamericano en plan guerrillero, apareciendo para golpear con las trampas más sofisticadas y desapareciendo inmediatamente bajo tierra. Esos túneles eran tan estrechos que no concebías que seres adultos y con unos kilos de más pudieran moverse por ellos. Cuando visité las toperas solo los niños podían introducirse en ellas. A un aparatoso y exhibicionista señor porteño que se empeñó en meterse en ellos para hacerse la fotito verificadora, hubo que sacarlo con esfuerzos proteicos, casi con polea.
Pero después de
constatar la heroica capacidad de resistencia de esos soldados, sobreviviendo
como topos, buscas datos sobre los muertos en ambos Ejércitos y deduces que fue
una guerra excesivamente descompensada. Murieron 58.000 soldados
norteamericanos y tres millones de vietnamitas. Una victoria muy cara. Sospecho
que lo que movilizó a la opinión pública de cualquier parte del mundo contra
esa interminable masacre, más allá de las atroces estadísticas de muertos, fue
el masivo impacto emocional que provocó la fotografía de una desvalida niña
vietnamita corriendo por una carretera después de haber sido abrasada con
napalm. Hay que ser una bestia para no conmoverse e indignarse cuando ves
niños, forzosamente inocentes, masacrados por la guerra, eso que los cínicos
denominan como inevitables daños colaterales.
La espeluznante imagen de montones de críos sirios en estado
convulso, gritando como poseídos, después de haber sido machacados con gases
tóxicos, haciendo tan real como entendible la desolada certeza de Kurtz desde
el corazón de las tinieblas (“El horror, el horror”) tal vez sirva para que la
ONU y EE UU se tomen en serio lo de detener esa salvajada.
Es curioso que Estados Unidos se escandalice por el uso de
armas químicas. Que incluso lo utilizara como falso pretexto para invadir Irak.
No tuvieron el menor escrúpulo para hacerlo en Vietnam. Y no sé si las bombas
atómicas sobre Japón tenían componentes químicos o físicos. Sospecho que a las
infinitas víctimas, incluidos los niños, les da igual."
Ante esta infernal imagen hago como tu, Sol, superpongo las caritas de mis tres nietos a las de estos desdichados y sólo se me ocurre gritar con todo mi corazón: ¡Malditos sean por siempre quienes hayan ocasionado esta tragedia!
ResponderEliminarTodos somos culpables, José, aunque bien es verdad que unos más que otros. Un espanto. Un beso, cielo
EliminarNo hay comentarios para esto, Sol.
ResponderEliminarNo lo hay, no. Un beso, David
Eliminaruna persona incapaz de sentir dolor ajeno, quien hizo esto no es un ser humano
ResponderEliminarLo terrible del caso es que sí lo es, amigo mío. Somos capaces de hacer esto y cosas aún más terribles. Convivimos con el horror. Un abrazo muy fuerte
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