En la bocana del puerto, la Fortaleza de la Mola, y hermosos edificios entre palmeras. Cuando volvemos a casa y llega la hora de acostarse, comienza mi suplicio. El insomnio me mantiene la mayor parte de la noche en pie, asomada a la ventana, espiando a los escasos noctámbulos que deambulan por mi calle, al camión de la basura. Subo a la azotea y fotografío la luna. Demasiado cansada para leer, me desespera la lentitud con la que llega el amanecer. Entonces, cuando comienza a clarear, aparece el sueño.
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viernes, 16 de agosto de 2013
Mahón, noches de insomnio
Pasear de noche por el puerto de Mahón, el paseo salpicado de pequeños restaurantes con sus terrazas abiertas al mar. Va cayendo la noche. Ha refrescado y no apetece volver a casa, así que dilatamos el paseo. Entre las sombras, grupos de jóvenes ríen y fuman; varias parejas cenan a la luz de las velas; paseantes solitarios acompañados por sus perros; familias con niños. Pero la noche está en calma, no se siente el bullicio de otras zonas de la ciudad. El silencio permite disfrutar mejor del atardecer.
En la bocana del puerto, la Fortaleza de la Mola, y hermosos edificios entre palmeras. Cuando volvemos a casa y llega la hora de acostarse, comienza mi suplicio. El insomnio me mantiene la mayor parte de la noche en pie, asomada a la ventana, espiando a los escasos noctámbulos que deambulan por mi calle, al camión de la basura. Subo a la azotea y fotografío la luna. Demasiado cansada para leer, me desespera la lentitud con la que llega el amanecer. Entonces, cuando comienza a clarear, aparece el sueño.
En la bocana del puerto, la Fortaleza de la Mola, y hermosos edificios entre palmeras. Cuando volvemos a casa y llega la hora de acostarse, comienza mi suplicio. El insomnio me mantiene la mayor parte de la noche en pie, asomada a la ventana, espiando a los escasos noctámbulos que deambulan por mi calle, al camión de la basura. Subo a la azotea y fotografío la luna. Demasiado cansada para leer, me desespera la lentitud con la que llega el amanecer. Entonces, cuando comienza a clarear, aparece el sueño.
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Las fotos que nos traes hoy, Sol, son muy bellas. El insomnio es duro, pero de vacaciones se lleva mejor. Un beso.
ResponderEliminarGracias David. Viniendo de ti, me hincho como un globo. Convivo con mi caprichoso insomnio como puedo. No es nada creativo, te lo aseguro. A ver si, algún día, logro alcanzar con él un entente cordial. Muchos besos
EliminarHola Sol!
ResponderEliminarQue bella se ve Mahon de dia y de noche, tendre que agregarla a mi interminable lista de lugares por conocer.
Tus ultimas entradas me trajeron ademas, un poco del calor y el color del verano que tanto extraño, ya me tocara.
Siempre recuerdo lo que decia mi abuela, que se transformo con el tiempo, en una de las frases mas simples y mas complejas de mi vida..."esto tambien pasara"...el invierno, el verano, tu insomnio.
Un abrazo!
Y aquella otra frase, "no hay mal que cien años dure, ni gitano que lo vea". En fin. Cómo me alegra que mis fotos te hayan despertado el interés por Mahón. Ojalá tengas la oportunidad de visitar pronto la isla. Por ahora, disfruta de tu invierno. Ya me pondrás a mi los dientes largos dentro de nada. Un abrazo muy fuerte, Tomás
EliminarVaya por dios, mi Sol padece de insomnio... De haberte imaginado asomada a la ventana de la madrugada balear -encuadrado tu busto en un cuadrilátero con reflejos verdes y anaranjados- hubiese velado también y procurado entretenerte la vigilia: alguna gracieta chocarrera de las mías, la crónica minimalista de las pequeñas cosas cotidianas, el aleteo de una paloma cibernética que te abanicase la frente (tu hermosa frente) fatigada. En fin: palabras, palabras, palabras...
ResponderEliminarPor cierto, Sol, creo que se te ha colado una foto de la ría de Avilés en esta última entrega: esa en que se ve a una mujer que dirige la mirada hacia el Centro Niemeyer, que queda fuera de encuadre. Al otro lado de la ría, los tinglados industriales portuarios.
Besos, Sol.
PD.- Te he hecho caso y hemos hecho esta mañana mermelada de ciruelas. Con un poco de zumo de limón parece que ha quedado muy agradable de sabor. Cuando enfríe veremos. Si tienes una receta fiable, pues que me la escribas, porfa.
Gracias, Federico, habría agradecido mucho tu compañía. Mi receta para las mermeladas es de lo más normal: frutaq y azucar. Quizá encuentres en tu Arcadia una fruta que en la zona oriental denominan "mirabolanos", una suerte de ciruelas ovoides moradas, una exquisitez en mermelada. Ya me contarás. Luego, si eres generoso, me envías un tarrín. Besos
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