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miércoles, 11 de abril de 2012

En la presentación de la novela "La mujer en sombras"


En la calle San Joaquín de Madrid hay una librería que me encanta, Tipos infames, un lugar donde puedes ojear libros o sentarte a leer mientras tomas una copa o un café. Estuve allí esta tarde (la tarde de ayer para vosotros) porque un escritor que conozco, Luisgé Martín, presentaba su última novela, La mujer de sombra. La librería estaba abarrotada. Si no es por razón de amistad no suelo ir a estos saraos. A lo largo de mi vida me he visto obligada a asistir a muchos, y en general me parecen una forma bastante incómoda de perder el tiempo. Incómoda porque no suele haber sitio para sentarse y suele hacer un calor horrible. Además prefiero mil veces quedarme en casa leyendo a asistir a un coloquio sobre literatura; descubrir yo sola los atractivos de una novela a que me la destripe el autor.

Pero fui, y escuché a Luisgé Martín y a Fernando Marías, otro escritor que aprecio, hablar de su novela. Lo hicieron con ingenio, ironía, cariño y complicidad, lanzaron sus anzuelos y lograron interesar a los asistentes. Y reflexionaron sobre algunos temas interesantes. No he leído todavía la novela, pero parece ser que trata sobre el afán de un enamorado por conocer hasta sus últimas consecuencias a su amada, cada rincón, cada vericueto de su intimidad, sobremanera en el plano sexual. Fernando Marías defendía la absoluta sinceridad como constatación de una entrega total que beneficia a la pareja y permite compartirse en profundidad; mientras que Luisgé Martín se decantaba por amar sin pretender conocerlo todo, descubrirlo todo, desvelarlo todo. Pensé que, en realidad, se trata de una pretensión inútil. Aunque fuera posible, que no lo es, conocer en su totalidad la intimidad de alguien, ese conocimiento debería ser testado sin solución de continuidad, ya que mañana no seré quien soy yo, y ese esfuerzo continuo es capaz de agotar al amor más pintado. Así que casi mejor respetar los rincones en sombra y disfrutar de lo que el otro, graciosamente, desee compartir.

En todas estas obviedades pensaba allí de pie, apretujada y muerta de calor. Leeré la novela. Ya os contaré.

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