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miércoles, 4 de abril de 2012

Gustavo Dudamel, al frente de la Gothenborg Symphony Orchestra, en Madrid


Gustavo Dudamel volvió a meterse al público del Auditorio madrileño en el bolsillo. Este hombre es una fuerza de la naturaleza, poseedor de un talento y una capacidad expresiva extraordinaria. Que alguien con treinta años interprete como lo hace a compositores tan complejos como Mahler o Richard Strauss no es nada común. Dudamel es capaz de crear una atmósfera eléctrica cuando se sube al escenario, posee una capacidad de comunicación con el público que redondea su pericia técnica y hace de sus conciertos algo especial. Ya sea al frente de la Orquesta Filarmónica de los Ángeles, de la Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolívar o de la Sinfónica de Gothenborg, como en esta ocasión.

El programa era un regalo: dos poemas sinfónicos de Richard Strauss, el Don Juan, para empezar, y Así hablaba Zaratustra como postre. Y en medio, la Sinfonía 103 "El redoble de timbal", de Haydn. En un principio pensé que los dos poemas de Strauss eran los que, por su manera apasionada de dirigir, más le irían, y sin embargo cuando más me gustó, cuando sentí que lo había bordado fue con la sinfonía, cuando embridó su pasión sin perder un instante la intensidad. En el Don Juan eché de menos algo más de dulzura y un tempo más sosegado cuando hablaba de amor; en algún momento sentí como si se hubiera colocado sobre las notas y cabalgara al galope hacia el desenlace. Y tampoco allí se detuvo a tiempo: se supone que los últimos acordes representan la muerte de Don Juan, las dos últimas notas corresponden a los dos latidos últimos de su corazón, y sonó para mi gusto demasiado enérgico. Con el Así hablaba Zaratustra fuí feliz, una interpretación fantástica.

Dos apuntes más: las tres piezas, así como la propina, las dirigió sin necesidad de partitura; en ningún momento se subió al estrado para recibir los bravos del público, manteniéndose siempre entre los músicos a los que demostró afecto y agradecimiento. Una humildad muy de agradecer.

Os dejo con Así hablaba Zaratustra.

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