Hoy, primero de mayo, se celebra el Día de la Madre, según mi padre un invento de El Corte Inglés para animar el consumo. Pero, ya puestos y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os voy a ofrecer este precioso cuadro de Klimt y un texto firmado por Ricardo Menéndez Salmón, espléndido como todos los suyos, publicado por El País Semanal del 29 de abril, como homenaje a nosotras, madres y abuelas. Qué tengáis un precioso día.
"Prócer de la Sezession vienesa y profeta del Jugendstil, Gustav Klimt elevó la decoración a la categoría de arte para convertir su triunfo también en condena. Tras vampirizar a los modernistas y a los simbolistas, el pintor se reservó un lugar de privilegio tanto en la academia de notables como en la iconografía de afiche que ha venido poblando las habitaciones de estudiantes y las recepciones de hoteles. En efecto, si la alegoría puede reclamar un padre putativo durante el pasado siglo, ese padre es el autor austríaco. Y si la mujer, alegoría por antonomasia, puede presumir de un amante atento, ese amante se apellida Klimt. Pocos pintores habrán resultado tan decisivos en la consideración de la mujer como enigma, como maga, como misterio, que este atleta de la mistificación, siempre con un pie en el feliz japonesismo y otro en el inminente expresionismo, que regalo a la posteridad alguno de los tópicos más acendrados -y malévolos- acerca de la feminidad y su constelación de significado. Si dentro del corpus klimtiano hay una pintura que eleva esta consideración alegórica de la mujer a cumbre, esa obra es Las tres edades de la vida, donde vejez, maternidad e infancia son leídas como otras tantas manifestaciones de lo femenino. Así, la dulzura de la niña que reposa es reforzada por el onirismo satisfecho de la madre protectora, mientras ambas, en cierta medida, dan la espalda al pérfido espejo que la edad les tiene reservado, la anciana de cuerpo demolido y sin rostro (habrá que esperar al gran arte feminista del siglo, con Louise Bourgeois como figura seminal, y a ciertos cantores del brutalismo, desde Egon Schiele hasta Lucian Freud, para que la fealdad posea mirada y también dignidad) que introduce el exilio de la muerte en una estampa de placidez."
Si Klimt hubiera pintado ahora este magnífico cuadro seguramente hubiera acercado un poco más las tres edades. Como abuela ejerciente (como muchas ahora mismo) estoy bastante más cerca de la primera y segunda edad y no por edad cronológica precisamente.
ResponderEliminarY si éste día es un invento del C.Inglés ¡qué más da! los besos y abrazos nunca sobran, así que recibe tú otro de una sesentona.
Tienes mucha razón!!! Otro enorme para ti
Eliminarme gustó mucho este post, será porque recién el año pasado conocí a Klimt y a Eegon S. y los dos me han deslumbrado.
ResponderEliminarGracias Carlos, tanto el cuadro de Klimt como el texto de Menéndez Salmón me encantan. Un fuerte abrazo
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