Al final logro abstraerme y deambulo entre los Bosques de Lacalle disfrutando de la energía positiva que transmiten sus cuadros. Es la suya una pintura vibrante y colorista, que desprende alegría y desenfado. Pero se trata de una obra seria, bien construida, llena de referencias culturales (literarias, artísticas), que plantea interrogantes que exigen atención.
Una pintura amable con la que se puede convivir. Al margen de los planteamientos metafísicos que el pintor manifiesta en sus entrevistas (podéis leerle en la versión digital de El Cultural de El Mundo), y pese a que algunos cuadros me llevan directamente a Duchamp, me gusta su pintura.
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